viernes, 23 de noviembre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS SESENTA Y DOS









Llevo unos días estupendos, se van superando.
Ayer comí en el indio nuevo; ya era hora de que hubiera un buen restaurante indio en Bilbao. No solo disfruté porque la comida era buena y el lugar agradable, sino que echaba tanto de menos la India y lo indio, que salí reconfortada; ni siquiera cené.
Está en un lugar especial que casi desconozco: la zona de la ría cercana al Guggenheim.
El India Town se encuentra debajo del puente que hizo Isozaki para juntar sus torres con el puente de Calatrava sin contar con su beneplácito, por lo que comentan que al arquitecto valenciano no le hizo ninguna gracia, pero nadie hizo caso de sus protestas.
Me dijo Simón de Lecea, arquitecto vasco catalán residente en Mallorca, que Calatrava está considerado como el mejor arquitecto del mundo, a pesar de que sus obras detentan grandes defectos de construcción.
Yo creo que como además de arquitecto es ingeniero, experimenta en sus proyectos buscando soluciones nuevas y por eso sus obras suelen fallar.

Saqué millones de fotos, el día era espléndido y el espacio que me rodeaba invitaba a la contemplación.













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