Por fin Jaime y yo hemos empezado a trabajar en el libro que vamos a escribir juntos.
Ambos estamos ilusionados con el proyecto.
Ahora que está en Bali tiene menos tentaciones que cuando vive aquí y más inspiración.
Mi padre decía que Getxo es para vagos.
Antes de que tanto él como mi madre decidieran quedase todo el año en Las Arenas, pasaban los inviernos en Bilbao.
Creo que fue a raíz de que mi padre se jubilara cuando se animaron a dejar la casa de Bilbao.
Viviendo en Getxo tenían la oportunidad de ver más a menudo a los hijos y nietos.
Pero mi padre se aburría.
Yo creo que por eso se murió.
De aburrimiento.
Sé, por mi propia experiencia, que para una persona acostumbrada a vivir en Bilbao, Getxo carece de interés.
Incluso ahora que me he acostumbrado a vivir aquí y me resulta agradable, comprendo que Bilbao tiene una vitalidad contagiosa que invita a la actividad.
Por eso entiendo que a Jaime, cuando está aquí, a pesar de que durante el día hace deporte, se ocupa de sus asuntos financieros y va a Bilbao de vez en cuando sobre todo para ir a las librerías, cuando llega el atardecer le apetezca tomar una cerveza.
Sabe que siempre va a encontrar amigos con quienes charlar y eso le distrae de la escritura.
En cambio en Bali, donde pasa los inviernos, hay algo que le anima no solo a escribir, sino a otro tipo de actividades que aquí no le atraen.
Asia le inspira.
Pues bien, ya me ha mandado trece páginas del nuevo libro.
Aunque no hemos quedado en nada concreto, se supone que él escribe y yo le corrijo.
Mi problema es encontrar un programa en el que pueda corregir directamente con el ordenador y de momento no encuentro ninguno.
Seguiré buscando.
Lo que escribe Jaime suele ser entretenido, ha viajado y leído tanto que sabe muchas cosas que yo desconozco.
Él está entusiasmado con este proyecto y yo le sigo la corriente.
Él se ocupará de publicarlo.
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