miércoles, 7 de noviembre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS CUARENTA Y NUEVE







Todavía me asombra el gran cambio que he experimentado desde que estuve enferma y con la pierna y la clavícula rotas, sin poderme mover de la cama y encontrándome tan mal que llegué a pensar que prefería morirme.
Algo muy profundo debí de encontrar dentro de mí, para que desde que empecé a mejorar y pude andar, perdí las ganas de salir de casa.
Antes me gustaba ir a tomar una copa al bar de Zampa en donde me encontraba con amigos y disfrutaba.
Ahora prefiero quedarme en casa trabajando, escribiendo, actualizando mis blogs, leyendo, revisando y poniendo orden en mis cuadros.
También me apetece ir al cine de vez en cuando.

Soy la misma persona, en mi esencia no he cambiado, tampoco me he vuelto asocial, me gusta estar con gente, no obstante, es evidente que mi vida es diferente.

Aparte de que fisicamente estoy limitada, el hecho de no estar involucrada en el mundo de la pintura me mantiene alejada de las galerías de arte y de los museos. 

Ya no siento la pasión que sentía, prefiero entrar en una librería.
La vida depara sorpresas.
Siempre brilla la esperanza.










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