miércoles, 9 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO NOVENTA Y UNO

 





A veces tengo tendencia a ser irónica, cada vez me menos, leí una frase de Rainer María Rilke, de quien estoy haciéndome muy amiga últimamente y decía algo que no solo me gustó sino que hizo me sintiera identificada:

No se deje arrastrar por la ironía, especialmente en los momentos no creativos. En los creativos, intente utilizarla como un medio más para captar la vida. La ironía, utilizada con autenticidad es también auténtica y usted no tiene por qué avergonzarse de ella. 

No podría decir que todo lo que hace, dice o recomienda Rilke me fascine, pero como dice mi profesor de Escritura, sus momentos de fulgor merecen la pena.

Estoy leyendo Los apuntes de Malte Laurids Brigge y a pesar de que me cuesta, cuando encuentro esos párrafos deslumbrantes que me afectan tanto que me quedo como congelada, me estremezco y recobro lo mejor de mi misma a través del gran poeta y reconozco el valor de la estética llevada hasta sus últimas consecuencias.

Se lo ofrecí a mi hermano Javier a quien le mando libros de vez en cuando, le confesé que me costaba y me contestó diciendo que solo leía libros fáciles, lo cual no me extraña, a veces no es fácil meterse en honduras, depende del estado de ánimo y también del estado físico, porque yo, sin ir más lejos, cuando no me encuentro bien prefiero ver una comedia medio buena, es así como consigo distraerme de mis dolencias.

Comprendo que Rilke merece el esfuerzo que conlleva. 

El libro que estoy leyendo ahora, el de los Apuntes, es realmente difícil, no obstante Cartas a un joven poeta me parece fácil y bonito, digno de tenerlo siempre a mano, solamente con abrirlo en cualquier página y echarle una ojeada, casi seguro que encuentro algo especial que había olvidado.

Le ofrecí El último encuentro de Sándor Márai y lo aceptó.

Mi hermano Javier es mi padrino y siempre se porta muy bien conmigo a pesar de que somos opuestos, tan opuestos que parecería imposible que pudiéramos tener una relación tan fluida, pero eso es lo de menos, lo importante, en mi caso por lo menos, es que yo hace unos años tomé la firme decisión de que La familia es sagrada y desde entonces, acepto a mis hermanos y a mis hijos y todo va sobre ruedas.

Decidí que La familia es sagrada porque tuve una especie de revelación como San Pablo cuando se cayó del caballo y ahora me comporto con naturalidad y no me dejo afectar por las cosas que me separan de ellos, suelen estar relacionadas con temas políticos o religiosos, todo menos perder mi paz interior.






No hay comentarios:

Publicar un comentario