viernes, 11 de diciembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO NOVENTA Y TRES

 





A veces me asusta la cantidad de sorpresas que me depara la vida, creo que todo va muy deprisa, además la pandemia hace que muchas cosas cambien, si me descuido puedo llegar a sentir miedo, pero no me lo permito, confío en mantenerme a salvo y doy gracias a Dios.

Tengo la sensación de que mis hijos son sensatos y maduros, no solo ellos se cuidan sino que además se dan cuenta de que mi situación es delicada, debido a mi edad y a que tengo las defensas bajas y nada me apetece menos que pasar por otra enfermedad, ser ingresada en un hospital y las posibles secuelas.

Los días que he tenido el síndrome de abstinencia han sido duros, me dolía todo el cuerpo, casi no podía moverme, volví a necesitar las dos muletas, justo cuando ya había empezado a andar por casa sin nada, pensaba que iba mucho mejor, necesito paciencia, es lo más importante en este momento.

Parece ser que Jaime ha empezado a salir con una chica, se le ve contento y por lo que cuenta Beatriz suelen estar en casas de amigos, Beatriz le ha dicho que procure no acercarse a mi, yo no he hablado con él todavía de ese tema, casi prefiero esperar a que él tome la iniciativa.

Lo más importante para mí es encontrarme bien, he pasado una semana mala, me dolía todo el cuerpo, intenté dejar la medicación pero ha sido imposible, por lo que he vuelto a tomarla otra vez y me encuentro mejor, aún así no estoy fuerte, el calor de la calefacción me afecta, no me atrevo a salir de casa, ni siquiera a la terraza, no quiero enfriarme, me paso el día delante de las pantallas, no es saludable.

Me estoy desahogando, eso es todo, no tengo motivos para quejarme de nada, todo va bien.

Tenía la elección de escribir o no y he optado por lo primero, creo que es mejor, reconocer mi estado actual es un acto de valentía, sobre todo si tengo la fuerza suficiente para concentrarme.





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