jueves, 21 de noviembre de 2019

DOS MIL NOVECIENTOS SETENTA Y TRES








Casi todo es nuevo para mí desde que me diagnosticaron leucemia.
Creía que sabía lo que era la enfermedad porque una vez tuve hepatitis, pero eso no era nada comparado con lo que tengo ahora.
También he tenido varias infecciones que en principio se solucionaban con antibióticos suaves, no obstante la que he tenido estos días ha sido algo extraordinario.
A pesar de la fuerte medicación que tomaba parecía que no remitía.
No podía hablar ni comer.
Gracias a Dios no me ingresaron ya que el análisis de sangre que me hicieron al llegar al hospital demostró que tenía más de cuatro mil leucocitos, lo cual no solo me tranquilizó sino que me devolvió la alegría de volver a mi casa en donde me siento a gusto.
Así, entre el antibiótico, el fármaco de morfina y papillas de arroz integral como único entretenimiento, he pasado cuatro días tranquilos, permitiendo que el cuerpo se recupere.
Ayer me atreví a tomar puré de verdura y compota de manzana con mucho cuidado.
Hoy me encuentro mucho mejor.
Miro por la ventana y pienso que tal vez mañana o pasado pueda salir a la terraza para regar las plantas.









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