miércoles, 25 de septiembre de 2019

DOS MIL NOVECIENTOS VEINTE









Hace mucho tiempo que he observado el cambio climático, sobre todo en el país de los vascos que es donde más tiempo de mi vida he vivido.
A pesar de que me encantaba ir a la playa, empecé a notar que el sol me quemaba, casi me resultaba desagradable, ya no me pasaba horas tumbada boca arriba, en seguida quería irme para disfrutar de la sombra. 
Eso fue lo primero que experimenté.
A partir de ahí, dejé de esperar con entusiasmo el verano y cuando llegaba, no deseaba ir a la playa, casi ni siquiera salía de casa a no ser para ir al un bosque de árboles autóctonos, o al borde de un río para escuchar su murmullo.

Ahora, de todas las noticias que aparecen en los medios, lo que más me interesa es lo relativo a ese tema y sobre todo las acciones que propone Greta Thunberg y me duele en el alma que la critiquen y que no alaben la gran labor de concienciación que está haciendo.










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