domingo, 8 de septiembre de 2019

DOS MIL NOVECIENTOS TRES








Me he convertido en una persona seria, sin demasiadas posibilidades de disfrutar de la vida. 
Ayer, por ejemplo, fui a comer al Hanoi con mi amiga Rosa sin espinas, a quien en principio solo veo una vez al mes, ya que ella vive en un pueblo de Burgos.
Antes yo iba a visitarla de vez en cuando pero ahora no me atrevo a ir tan lejos, ni siquiera a Bilbao, por lo que estar con ella se convierte en algo extraordinario.
A pesar de que me consta que la comida vietnamita del Hanoi es deliciosa, mi paladar se niega a hacer su trabajo.
Le da lo mismo, no acusa recibo.
Respecto a la conversación me pasa algo parecido, en seguida me canso de hablar y de pensar en un tema concreto.
Por primera vez y como algo excepcional, tomé una cerveza Heineken 00 y me encantó.
Ha sido un auténtico hallazgo porque hasta ahora no sabía qué pedir cuando iba a un bar y ahora ya he resuelto el problema. 
Estoy deseando salir a tomar el aperitivo.
Lo pasé muy bien y agradecí poder estar con una buena amiga, eso no tiene precio, es lo mejor que existe.

Una amiga es el gran tesoro.
Me gustaría portarme con mis amigas como se merecen en todas las circunstancias.










No hay comentarios:

Publicar un comentario