martes, 10 de septiembre de 2019

DOS MIL NOVECIENTOS CINCO









Ayer di otro paso que, aunque aparentemente pequeño, para mí resulta importante porque me puso en contacto con el lugar en el que resolvía la mayoría de los asuntos relacionados con las compras y recados. 
Me animé y fui al centro comercial Artea.
Tenía miedo de que hubiera mucha gente, además de la fragilidad general, mi rodilla derecha está débil, la pierna a la que pertenece ha sido operada en varias ocasiones por rotura y tengo que andar despacio y con mucho cuidado.
Entré temblorosa.
Lo primero que hice fue ir a Zara, necesito algo de ropa porque he adelgazado mucho.
Me sorprendió la moda actual.
Tendré que volver e intentar familiarizarme. 
La mayoría de las chicas que se paseaban por Artea ya estaban vestidas con la ropa de la nueva temporada.
Luego fui a Eroski y empecé a sentirme en mi elemento.
Compré lo que necesitaba, pocas cosas porque no quería llevar mucho peso.
Me puse contenta, había recuperado un lugar fundamental.

Olvidé que estaba enferma, me sentí feliz.











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