miércoles, 11 de septiembre de 2019

DOS MIL NOVECIENTOS SEIS









Ha pasado casi un mes en el que no he tenido que ir al hospital de día, lo cual me ha servido para ponerme fuerte, aprender a ser autónoma y prepararme para afrontar la siguiente fase de quimioterapia que empezará el lunes y durará veinte días, cuatro semanas de lunes a viernes.
No me ha quedado más remedio que sobreponerme a la sensación de impotencia que me embargaba, porque mis hijos se negaron a ayudarme. 
Consideraron que podía independizarme a pesar de que yo me sentía inútil, pero ha resultado que tenían razón y que poco a poco he ido dando pasitos que me han servido para ocuparme de lo imprescindible.
Beatriz se responsabilizó de la medicación desde el principio y lo sigue haciendo, lo que agradezco y Jaime me escucha cuando tengo ganas de hablar.
Que alguien me escuche es muy importante, necesito desahogarme, es tan nuevo para mí lo que siento, que hablando parece que lo entiendo y lo acepto.
Hoy me siento dispuesta a recibir con agradecimiento el tratamiento que consolidará mi curación, tengo esperanza y soy consciente de mi suerte. 











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