miércoles, 3 de agosto de 2022

CUATRO MIL SEISCIENTOS CUARENTA Y CUATRO

 




Escribir es una cuestión de práctica, como todo lo demás, si por algún motivo dejo de hacerlo, me distraigo y me alejo y me cuesta acercarme, es como si hubiera cerrado la puerta, por eso tengo tanto interés en encontrar un taller de escritura que me obligue a presentar trabajos y el hecho de tener que hacer algo por obligación hace que me ponga a ello y al final me sale solo, unas veces mejor que otras, se va formando algo que ya estaba dentro y yo simplemente me convierto en la persona que pone en un papel algo que ya estaba preparado.

Me inscribí en un cursillo que tenía pinta de fomentar el entusiasmo pero han dejado de mandarme avisos, me parece que no me sirve, aunque lo intentaré, agosto es un mes nefasto para cualquier cosa que no esté relacionada con la familia, la playa o las vacaciones, es un mes que detesto, incluso cuando me encantaba ir a la playa, justo agosto no me apetecía, me parecía excesivo el calor.

Ahora han cambiado tanto las cosas que ya no sé ni lo que deseo, me gustaría saber lo que sucede, por qué Biden mata al líder de Al Quaeda y no hace lo mismo con Putin.

No es que me guste que se anden matando los unos a los otros, son los pensamientos que vienen a mi cabeza y cuando escucho la radio me doy cuenta de que me he quedado atrás, ya no sé quien es quien y qué va a ser lo siguiente excepto que vamos a tener que bajar la calefacción.  

En realidad creo que he perdido el contacto con la realidad y me voy a tener que poner al día porque todavía me falta hacerme las infiltraciones en la rodilla y el doctor Oraa está fuera, tendré que esperar a que vuelva como todo el mundo.




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