jueves, 18 de agosto de 2022

CUATRO MIL SEISCIENTOS CINCUENTA Y SEIS

 




Hoy tengo un plan extraordinario, no porque se trate de salir a comer fuera de casa, eso entra dentro de lo normal, sino que tengo que hacer un esfuerzo porque el asunto está un poco complicado.

Hace muchos años mi hermano Fernando se enfadó conmigo y dejó de hablarme, lo cual resultaba muy desagradable porque en aquella época vivía mi madre y no encontrábamos a menudo, no solo en las celebraciones familiares sino que los domingos por la mañana me gustaba ir a su casa porque solían ir los nietos y era la única manera de conocerles y verles crecer, lo malo es que coincidía con Fernando ya que él llevaba a sus nietos a los cuales yo adoraba y se organizaba tanta tensión que mi madre me pidió por favor que fuera más tarde para no coincidir con Fernando ya que ella notaba la tirantez y prefería evitarlo.

Como es natural no me quedó más remedio que hacerle caso por lo que dejé de ver a Fernando y a sus nietos, ahora son mayores y les he perdido de vista, supongo que ellos tampoco se acordarán de mí, lo cual me produce cierta tristeza porque me encantaban, eran muy especiales.

Ha pasado el tiempo y han ocurrido cosas con las que nadie contaba, respecto a mí, apareció la leucemia.

Convocaron una reunión muy seria con mis hijos y nos hicieron saber que me iban a mantener aislada en una habitación individual, en la que solo podría venir una persona a visitarme y siempre con mascarilla.

Como dato importante dijeron que tenía diez días para saber si la leucemia tenía cura o simplemente me moriría, pero si eso no sucedía en los diez primeros días, significaba que empezaría el tratamiento de quimioterapia y seguiría viva.

Ya me había asustado tanto con la palabra leucemia que ni me alteré, solo dije que aceptaba la muerte dando gracias a Dios porque había conocido la felicidad a pesar de que también había tenido desgracias importantes, mis hijos estuvieron callados, venían todos los días a visitarme y se veía que querían ayudar en lo que estuviera en su mano.

Mis hermanos también venían muy a menudo, incluso Javier, el mayor y su mujer que viven en Madrid.

Cuando venían Gabriel y Totola pasaban mucho tiempo y me ponían de buen humor.

Mi gran sorpresa fue la aparición de Fernando, supongo que ante la posibilidad de que me muriera quiso despedirse.

Por lo que me contó Gabriel, todos se había asustado mucho lo cual no me extrañó, yo también me pegué un susto morrocotudo.

Pues bien, ha pasado el tiempo, no tengo síntomas de leucemia pero según mi hematólogo no puedo decir que esté curada porque una leucemia no es una enfermedad a la que se le pueda dar el alta, no obstante reconozco que aunque me quedan secuelas. me encuentro bien, duermo bien y estoy contenta de seguir viva disfrutando de todo lo que una vida lleva consigo.

Pues bien, hoy mi hermano Fernando cumple ochenta años y su hijo Guillermo, el mayor, que es el presidente del club de golf la Galea, ha organizado un comida para celebrarlo a la que me invitó directamente y acepté a pesar de que hago una vida retirada y me consta que estar con gente me cansa, no obstante ayer fui a la peluquería y ya estoy mirando por la ventana para ver qué tiempo hace, espero que no nos pongan en la terraza porque el cielo está gris y puede llover, la temperatura tampoco es veraniega.

Mi intención es presentarme allí a la hora convenida y no saludar a nadie excepto con la cabeza ya que todavía estoy débil y una infección podría se peligrosa, ya he avisado que tengo las defensas bajas, no creo que a nadie le sorprenda, en mi familia se sabe guardar la distancia social, no son de esos que se abrazan y se besuquean gracias a Dios.

De momento este es el plan que me espera hoy, me apetece ver a mis hermanos y sobrinos porque hay algunos nietos de mi hermano Fernando a los que solo conozco de foto.

Me acaba de llamar mi hermano Gabriel para preguntarme si quería que me llevaran en su coche pero no he aceptado porque tienen intención de quedarse después de comer para ver las obras nuevas  que yo tampoco conozco pero no me interesan demasiado y lo que menos deseo es cansarme, estoy acostumbrada a echar la siesta y es un hábito que no perdono, me sienta muy bien.

Asistir a un evento con tanta gente es algo excepcional para mí, solo en este caso lo acepto porque es la familia.




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