Llevamos mucho tiempo confinados y me resultaba agradable comprobar que todo iba como la seda teniendo en cuenta que además de que la situación en sí es difícil, en nuestro caso hay que añadir que yo no puedo hacer nada excepto molestar lo menos posible.
Hoy ha habido un momento de tensión y a pesar de que intento que no me afecte, no lo consigo del todo.
Me he acordado de una historia que leí sobre dos escaladores que subieron al Montblanc y por motivos que no conozco tuvieron que pasar cierto tiempo en un espacio muy pequeño, sin poder moverse porque al menor movimiento se podían caer, lo que suponía una muerte segura.
No había lugar para bromas ni quejas ni protestas.
Eran íntimos amigos, habían escalado juntos desde que eran pequeños, se adoraban y se entendían muy bien, pero en aquellas horas que pasaron allí, en aquel espacio diminuto, la tensión llegó a ser extrema.
Estaba tan bien escrito que cuando lo leí creí ser capaz de experimentar o por lo manos acercarme a sentir lo que allí estaba pasando.
Hay momentos en los que no es fácil mantener el tipo, situaciones cruciales.
Me encantaría no molestar a Beatriz y Jaime y hacerles saber lo agradecida que estoy por lo bien que están haciendo todo, comprendo que por mucho que me empeñe no soy la mejor compañía para un confinamiento, intento hacerlo lo mejor posible, creo que los tres hacemos lo que podemos.
Nada es tan importante como para dejarse llevar por los nervios, ese es el gran secreto, no obstante ¡qué difícil resulta a veces!
Yo soy nerviosa, maniática y exigente, aún así con los hijos saco una especie de tolerancia que me viene muy bien en ciertas ocasiones.
Con las personas que no están tan cercanas no tengo tanta paciencia, no me enfado pero pongo distancia.
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