jueves, 14 de mayo de 2020

CUATRO MIL DIEZ Y SEIS










Ha sido un día tan intenso y con tantos temas candentes que no sé por cual decantarme.
Creo que hablaré de lo más importante que es el tema que nos ocupa a todas las personas del planeta aunque algunas, demasiadas a mi entender, no quieran enterarse.
Yo me he instruido hoy, ya me ha costado.
Tengo una amiga de Portugalete de la que me fío, que ha publicado la verdad en su timeline de Facebook y lo he compartido.
Al leerlo me he quedado petrificada.
Intuía que el asunto era grave, sobre todo en mi caso que saliendo de una leucemia mis defensas están bajas y no creo que pudiera soportar semejante tratamiento sin pasarlo muy mal y después muriéndome, algo que descarto.
No quisiera morirme todavía, disfruto demasiado de la vida y de hacerlo me gustaría que fuera dulcemente, en mi cama, meditando y sin dolores, ese es mi deseo, ya lo confirmé en mi testamento vital aunque no sé si servirá de algo porque cuando estuve en Cruces me dieron un papel y lo firmé sin leerlo, no estaba para esos trotes en el que aceptaba que no respetaran mis deseos.
Menos mal que no me morí, aquí estoy alive and kicking* como decía Becki, mi profesora de inglés, cuando me empeñé en aprenderlo por mi cuenta.
A medida que ha ido pasando la tarde, mucha gente ha hecho comentarios en el post de mi amiga Diana Terceño que es la que se entera de todo por fuentes fidedignas y no solo eso, sino que han añadido fotos que corroboran lo que ella ha explicado.
Yo no puedo hacerlo, no me siento capaz,
Entre otras cosas estoy sobrecogida, lo intuía no obstante no iba tan lejos, aún así aquí estoy sin moverme de casa, sin acercarme a mis hijos y sabiendo el peligro que corro.
Me explico que haya gente que haga el idiota jugándose el pellejo porque nadie nos ha dicho la VERDAD del asunto.
Yo escucho la radio, estoy en las redes sociales muchas horas, me relaciono con periodistas que se suponen informados así como médicos e incluso tengo un amigo epidemiólogo y jamás imaginé lo que está sucediendo en los hospitales.
Somos unos engañados.
Por eso es tan importante la verdad, porque si no la sabemos, vivimos en un limbo de idiotas amaestrados.
Yo prefiero SABER, siempre, aunque me quede como me he quedado hoy.
Comprendo que a veces saber la verdad resulta duro pero yo la necesito, desde que nací quise saber qué pasaba conmigo porque había algo dentro de mí que no se creía nada de lo que me decían y también notaba que me escondían cosas importantes y en mi familia lo he seguido notando hasta nuestros días.
Mi madre, que era una mujer fuerte y dura, cuando le daba la sensación de que le iba a contar algo que no le iba a gustar, referente a algún hermano, me decía:

No me cuentes nada, no quiero saber.



*Vivita y coleando (no literal)







No hay comentarios:

Publicar un comentario