domingo, 17 de mayo de 2020

CUATRO MIL DIEZ Y OCHO










La doctora Verdugo que me trató durante una temporada difícil de mi vida, me dijo entre múltiples cosas interesantes, era una parlanchina muy simpática, que los políticos tienen atrofiado el lóbulo frontal.
No me sorprendió porque estoy tan lejos de llegar al mínimo entendimiento con cualquier político como con un diplomático, son posturas vitales que no van con la mía.
De hecho, no se me olvida que Pedro Sota, tras una temporada en la que fue concejal del ayuntamiento de Bilbao me dijo que lo tuvo que dejar porque todo era pura hipocresía.
También me viene a la cabeza cuando a veces charlaba con Fernando Maura en el bar de Zampa y me resultaba encantador, podíamos hablar de cine, literatura y de lo que fuera, era culto y estaba informado con criterio acertado a mi entender, pero en cuanto se hablaba de política aparecía una persona que no tenía nada que ver con el que yo había conocido.
Algo parecido me pasó con algunos otros con quienes tuve menos trato porque la verdad es que casi no me fío de los que no ejercen la política como para fiarme de los que lo hacen, sería un oximoron.
Ultimamente me relaciono bastante en Facebook con Diana Treceño porque me ha abierto los ojos en relación al Covid19 que es un tema prioritario en mi vida, como para cualquiera, con el agravante de que estoy en una posición de alto riesgo y desde entonces la he seguido en otros temas que en realidad son políticos, casi todo es política.
Me ha invitado a participar en un grupo en el que seguro me enteraría de asuntos interesantes y podría fiarme porque me consta que Diana tiene fuentes fidedignas, no obstante lo he rechazado porque ese no es mi mundo.
Me altera demasiado y lo último que quiero en mi vida es alterarme.
Para evitarlo incluso he tenido que distanciarme de personas muy cercanas, a las que quiero, pero a mí me quiero más.
La leucemia me ha vuelto consciente de mi propia importancia como ser humano vivo.
Aprecio cada instante de mi vida y deseo vivir en calma, disfrutando de La Paz que hay en mi interior.
He tratado muy poco con políticos y aún así, casi todos me han defraudado casi desde el principio.
En la escuela de BBAA de Bilbao me hicieron delegada de curso y salí escopetada, no era lo mío.
Mi padre me había advertido pero no le hice caso, tenía ansia de experimentar cosas fuertes y fue un horror.
Había un cura en la clase que era párroco en Plencia, no me acuerdo de su nombre, solo del apellido, Pérez y me dijo una frase que no olvido:

Fíjate si la política será mala que cuando la pones al lado de la palabra más bonita del mundo, cambia su significado en alto grado: madre 

Ahora me hace reír pero el asunto tiene miga.










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