martes, 28 de noviembre de 2017

MIL SETENTA Y TRES









Cuando oí por la radio un fragmento del discurso que dio Paul Auster en la feria mundial del libro en Guadalajara, no me quedó más remedio que emocionarme y convertirme en devota incondicional de su obra:

…el cometido de la poesía es mirar al mundo con ojos nuevos y descubrir las cosas frente a las que todo el mundo pasa de largo sin darse cuenta…

Yo creo que esa es la misión de los artistas, no solo de los poetas, sino de todas las personas que pasamos por la vida queriendo descifrarla.

Todavía no he leído nada de Paul Auster.
Sabía que es un gran escritor pero Margaret Atwood ocupaba mi tiempo y mi interés.

Ahora creo que ya no tengo disculpas para no prestarle atención.


Llevo unos días demasiado ajetreados y siento la necesidad de retirarme a mi ermita para ponerme en contacto con mi paz interior.
Vivir leyendo y escribiendo no perturba mi ánimo, sino todo lo contrario, eleva mi espíritu.

Es raro que en la clase de escritura el profesor hable poco de Paul Auster.
Tengo la sensación de que él tiene su propio ritmo y nos va presentando a los autores que conoce en profundidad.


Es tarde, ya ha anochecido, he estado en la ciudad, me he entretenido pero me ha dejado sin acceso a mis propias ideas.

Mañana será otro dia.












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