miércoles, 15 de noviembre de 2017

MIL SESENTA








A pesar de que no soy aficionada a los asuntos navideños, este año he cambiado.
Viene mi hijo pequeño con su familia, es decir con Lisa y mi nieta Odita, por lo que haciendo una excepción extraordinaria de la que ya he empezado a disfrutar, pienso constantemente en los regalos.
Jaime no estará aquí, sigue en Bali, tiene costumbre de pasar allí los inviernos, le gusta el sol y detesta el frío.
No obstante ha sido el primer regalo que he comprado porque nada más verlo he pensado en él.
En internet.
Se trata de un mapa del mundo cubierto de algo y se trata de rascarlo en los sitios donde has estado .
Jaime ha viajado muchísimo a lo largo de su vida y estoy segura de que le gustará.
Tiene su cuarto lleno de mapas.

No me gusta mucho esa costumbre obligada de hacer regalos a todos, pero este año lo hemos decidido así, e incluso la niña tiene que hacer un regalo a cada uno.

Pensar en este tema me recuerda a mi maravillosa hermana Maria Victoria, que murió hace años de repente.
Apareció muerta en el suelo de la cocina.

Era demasiado buena.
Su vida estaba centrada en sus hijos, eran su alegría.
Los nietos también, pero los hijos eran todo para ella.

Me contó, sin queja ni lo contrario, que ella se compraba su propio regalo, porque le daba vergüenza que todos estuvieran abriendo sus regalos y ella no tenía ninguno.
Me pareció tremendo.

Maria Victoria era una persona natural.
Nos llevábamos muy bien a pesar de ser diferentes.
Yo había saltado las barreras de lo que se debe hacer y ella no.
Consideraba que hay ciertas cosas que se deben hacer y las hacía sin quejarse, aunque se daba cuenta de que no tenían sentido.
Lo comentábamos a menudo.
Siempre se portó bien conmigo y me defendía cuando mi madre le hablaba de mi.

Además de ser hermanas y querernos muchísimo, teníamos algo en común:

Las dos habíamos decidido que educaríamos a nuestros hijos de una manera contraria a como nos habían educado a nosotras.
Y así lo hicimos.

Se nota que tanto sus hijos como los míos, son menos convencionales que los demás hijos de mis hermanos.












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