lunes, 31 de julio de 2017

CUATROCIENTOS QUINCE








Hay un tema que me parece tan peligroso que casi trato de evitar hasta el pensamiento.
Se trata de la pederastia y la pedofilia*.
Observo que crece y que está en todas partes, incluso en las propias familias.
Cuando veo a mi nieta tan bonita, tan pequeña, tan ingenua y a la que tanto apetece abrazar y besar, aunque a mi no me permita casi ni acercarme, no quiero imaginar que algún día pudiera caer en manos de un depravado.
Traté de explicarle que tuviera cuidado con las personas que no conoce, porque hay secuestradores de niños y me dijo que ya lo sabía, pero que ella no tenía miedo porque si alguien quisiera llevársela, le daría un mordisco.
Comprendí de que no se da cuenta de que es demasiado pequeña para luchar contra una persona mayor y que recibe tanto amor en su entorno, que ni siquiera imagina de lo que le estoy hablando.

Ya sé que es mejor vivir confiada, intentando cuidar de la niña para que no se meta en situaciones comprometidas, pero veo que los niños son tan vulnerables, que ni siquiera se atreven a decir lo que les pasa y así sucedió el suicidio de Naroa, cuya causa sigo pensando que fue el bullying.

Mi exmarido tenía muy anchas las espaldas y se reía de todo y solía contarme cómo le tocaban cuando se confesaba en los jesuitas de Bilbao, donde estudió el bachillerato.
Él se reía, no le daba importancia, no creo que le afectara, pero no todo el mundo es tan abierto de mente.
A la mayoría de las personas les perjudica, no lo dicen y cargan con un peso excesivo durante el resto de su vida.

Una amiga andaluza que vive en Barcelona me contó que su padre abusaba de ella con el consentimiento de la madre, por lo que en cuanto cumplió diez y ocho años se fue a Barcelona y trabaja y vive ahí desde entonces.
Pasados unos años, murió la madre y se sintió en la obligación de volver a su pueblo.
Su padre le pidió que se quedara para vivir con él y cuidarle, a lo que se negó en rotundo, pasando un verdadero mal rato.
Ha sido una cruz que ha llevado toda su vida.
Recuerdo que en una ocasión me contó que estaba tomando Flores de Bach, para que no le gustaran los chicos jóvenes, hacia quienes sentía una atracción desmesurada.

No es la única amiga que ha sufrido acoso por parte de su padre, hay otras que lo guardan como en una nebulosa, casi prefieren pensar que no sucedió.

Sé de un caso que le ocurrió a una persona cercana a mi y del que nunca ha querido hablar.
Ella dice que lo ha superado y es posible que así sea porque es fuerte, pero yo creo que es bueno contar todo lo que nos ha afectado, por lo menos eso nos enseñaban en Proyecto Hombre, los secretos no son buenos.

Personalmente solo me acuerdo de una vez, cuando estaba interna en Santa Isabel, que una niña mayor que me tenía manía, me dio una torta sin venir a cuento, delante de las que estaban cerca.
Yo no dije nada.
Me callé y no respondí.





*
La palabra pederastia es la apropiada para referirse al abuso sexual que se comete con niños, y no pedofilia o su variante paidofilia, que alude únicamente a la atracción erótica o sexual que una persona adulta siente por los niños, aunque no abuse de ellos.










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