sábado, 15 de julio de 2017

CUATROCIENTOS







Algunos días parece que no sucede nada relevante y sin embargo, esa quietud que permanece aparentemente fuera del tiempo, hace mella en mi paz interior hasta tal punto, que se agranda y se estabiliza.
Los días calurosos del verano en el país que habito, son perfectos para lograr estos momentos de sosiego ininterrumpido.
El sol está escondido.
Cuando sale y se muestra en todo su esplendor, protagonizando las vidas y conversaciones de los seres humanos, consigue que nos olvidemos de nosotros mismos y solo deseemos aprovechar su calor o huir de él.

Durante el tiempo que llevamos del mes de julio, no ha salido ni un solo día.
A mi no me importa, soy muy feliz así.
Incluso para dormir, ayer necesité ponerme el edredón de invierno.

A finales de julio participaré en una feria de arte nocturna, que tendrá lugar en el Kursal de San Sebastián.

No he tenido que hacer gran cosa porque ya tenía los cuadros pintados, un Homenaje a Oteiza que consta de trece cuadros simbolizando a sus apóstoles de Aránzazu.
Solamente he tenido que envolverlos e incluso los vienen a buscar para llevárselos.
He bajado los precios, quiero venderlos.

O bien se compra la pieza completa, o sea los trece cuadros, 3.000 Euros o cuadros sueltos a 350 euros cada uno.

óleo sobre lienzo
41x33 cms
con los bordes pintados

También me han invitado a participar en una colectiva de artistas vascos en Lisboa, pero no tengo intención de aceptar.
Es agotador hacer los trámites del empaquetado y el transporte, no me interesa, prefiero seguir viviendo tranquila, sin preocupaciones.

Desde un punto de vista externo, mi vida se va reduciendo poco a poco a lo elemental y a medida que eso sigue su curso, mi vida interior florece y se amplía.
Es con ella con la que vivo, con la que duermo y converso.






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