domingo, 23 de julio de 2017

CUATROCIENTOS SIETE







Soy desconfiada por naturaleza.
Creo que es algo que tenemos las mujeres piscis y en mi caso, cuyo ascendiente también es piscis, el asunto se agranda.
Tal vez también haya influido que cuando vine al mundo estaba llena de expectativas, era una niña muy feliz y participativa, me recibieron con gran regocijo ya que llegué después de cuatro chicos, no obstante, poco a poco me encontré con decepciones que fueron creando en mi la desconfianza.

Hoy en día he adquirido cierta seguridad en mi misma, intento no alimentar un optimismo excesivo y cada día estoy más conectada con la realidad, lo cual no elimina cierta cautela ante las promesas de amor eterno.

He comprobado que los seres humanos, incluida yo misma, hablamos con ligereza sobre el amor y es difícil que se convierta en hechos que lo demuestren.

En Proyecto Hombre nos enseñaban lo fácil que es manipular y dejarse manipular con las palabras.
Lo experimenté.
Me gustó saberlo.
Cuando no hay ni rastro de manipulación en las relaciones de todo tipo entre las personas, se adquiere respeto y libertad.
En definitiva, se vive en la claridad y nadie promete ni espera nada que no pueda dar.
Creo que es la única manera de vivir con responsabilidad.

A veces, si me dicen que me quieren me quedo un poco incómoda, porque no sé para qué me quieren.
Tengo la sensación de que esperan de mi más de lo que estoy dispuesta a dar.
No me gusta sentirme presionada.

Creo que la amistad y las relaciones personales van tomando forma poco a poco, nadie conoce a otra persona de golpe, se necesita tiempo.

Tenía ganas de hablar de este tema, hay veces que me quedo temerosa cuando alguien me dice que me quiere, sobre todo porque no sé lo que significa.









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