viernes, 21 de enero de 2022

CUATRO MIL CUATROCIENTOS NOVENTA Y SEIS

 




Me ha impresionado lo que he leído de Galder Reguera "Libro de familia".

Lo había empezado varias veces y por algún motivo desconocido, llegaba un momento en el que a pesar de que me estaba interesando, lo dejaba.

Por fin ayer me decidí a seguirlo y hoy me he introducido en  una historia que en absoluto es desconocida para mí, puesto que la madre de Galder, Carmen Olábarri era una buena amiga y habíamos hecho juntas la carrera de Bellas Artes, nos conocimos antes de aprobar el ingreso en la academia de Ramil, aprendiendo a dibujar estatua.

Lo que ha supuesto un golpe bajo ha sido recordar un episodio que no por sabido, ha resultado menos doloroso.

Carmen Olábarri era un chica muy joven cuando la conocí, de una belleza angelical y la mejor dibujante de carboncillo, aquello tan desagradable pero necesario para empezar la carrera que tanto anhelábamos.

Carmen Olábarri era además, buena amiga, alegre, generosa, cariñosa y muy trabajadora, con una vocación fuera de lo común y mucho talento.

No creo que llegara a tener ni siquiera veinte años cuando se casó, enseguida tuvo un hijo y justo cuando se quedó embarazada del segundo, murió su marido, el amor de su vida.

Imaginémonos una chica de veintidós años más o menos, preciosa, viuda, embarazada en un escuela de Bellas Artes, dibujando y pintando como una artista ya formada.

Junto con Manolo Gandía, también estudiante de Bellas Artes, formamos una amistad maravillosa, hacíamos planes, pintando, dibujando del natural y pasando tiempo juntos.

En un momento de nuestras vidas Carmen desapareció un poco de nuestras vidas, se casó con un chico que también estudiaba Bellas Artes y aunque no le perdimos de vista del todo, tengo un poco borroso aquel episodio de nuestras vidas, creo que por eso me ha impresionado tanto confirmar, escrito por su hijo, que aquel matrimonio había sido un espanto, Carmen se había casado con un maltratador y durante cierto tiempo no tuvo el valor de dejarlo, ha sido muy fuerte confirmar con toda clase de detalles lo que Carmen me contó más tarde sin especificar los detalles.

La última vez que hablé con Carmen Olábarri fue a raíz de mi setenta cumpleaños, organicé una fiesta en Zampa y al invitarla me dijo que no quería estar con gente, pero le encantaría que nos viéramos en cualquier momento mano a mano.

De momento no tengo ganas de seguir hablando de este tema, me duele el alma.







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