domingo, 16 de enero de 2022

CUATRO MIL CUATROCIENTOS NOVENTA Y DOS





He tenido la valentía empezar a ver el documental de Antonio Muñoz Molina, que no tiene buen aspecto, se le ve descuidado, con una barba horrorosa, detesto los hombres con barba, no atraía pero tiene tanta fama como escritor, que he hecho el esfuerzo de escucharle  y tratar de mantener quieto a mi espíritu crítico, lo cual no ha sido fácil porque aunque lo que cuenta es interesante y su castellano magnífico, tiene esa coletilla que tanto me disgusta de terminar cada frase con la pregunta ¿no? sin venir a cuento.

También Fernando Trueba decía ¿Sabes? pero en él no me importaba y eso que tampoco es el apolo de Belvedere pero su ojo disparado no me molesta, casi me divierte, no obstante el cámara se empeñaba en enfocarle de perfil y la punta de la nariz es como de medio payado, granate y saliente, muy fea, el resto estaba bien y era interesante y divertido.

El de hoy lo tiene más difícil porque la ropa es descuidada y es muy culto, aún así cuando ha sonado el teléfono lo he cogido y era Pizca, así que he dejado a medias el documental y supongo que mañana, lunes, lo veré con más interés, habiendo superado los tics parlanchines que tanto me molestan.

Yo misma me pillo a menudo terminando las frases con un ¡Eh! que no viene a cuento y me horroriza, no consigo quitármelo, he visto que más gente lo tiene, debe ser muy del país vasco, por más que me empeño cada vez que me doy cuentea me dan ganas de borrarlo pero ya está dicho y no se puede retroceder.

¡Qué importante es hablar bien! 

Doy muchísima importancia a las voces, me puedo enamorar de una voz, parece algo superficial porque en el fondo lo que cuenta es el contenido , no obstante ante una voz maravillosa me puedo quedar embelesada y no importarme nada más.

Recuerdo que el director de cine Carlos Saura, en una entrevista que le hicieron en el festival de San Sebastián terminaba cada frase, todas interesantes, no lo niego con un ¿Verdad? espantoso.

A mí me dan ganas de contestar cuando me hacen preguntas, como cuando saludan diciendo ¿qué tal? y enseguida me doy cuenta de que no es interés por mí, sino que es el equivalente a decir ¡Hola! 














No hay comentarios:

Publicar un comentario