sábado, 20 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y CUATRO

 





Desde que empecé a escribir mi interés crece cada día, descubro que la lectura me enseña, no me extraña que todos los escritores, incluido Íñigo Larroque mi profesor, no se cansen de recomendarla como algo esencial para aprender a escribir.

Al principio me entusiasmé tanto al ver que no sabía nada, que empecé a tomar clases dobles con Íñigo, es decir iba dos días seguidos, acudían personas diferentes y yo estaba encantada, ávida de conocimiento.

Aún así quería más, por lo que empecé a asistir a unas clases que impartía Juan Bas en Bilbao, y en principio me hubieran venido bien porque Juan Bas es un erudito, lo que enseñaba era academicista y tal vez habría seguido si no tuviera que subir dos pisos andando, no estoy para esos trotes, no obstante no olvido su lema: 

Escribir es abreviar

Ahora estoy leyendo a Karl Ove Knausgård y cada día me interesa más, su estilo armoniza perfectamente con el mío, no es tan exagerado ni tan adelantado como Michel Houellebecq por quien tengo predilección, no obstante su sensibilidad es más afín a la mía a pesar de ser noruego, en realidad me noto más cerca del norte de Europa que del sur de España, las pocas veces que he estado en Adalucía me he sentido extranjera.

Además, en el libro que estoy leyendo ahora, Tiene que llover, Knausgård cuenta cómo decidió ser escritor y solicitó entrar en la academia de Escritura de Bergen, mandó su texto y se lo aceptaron, por lo que tuvo que trasladarse a vivir allí desde Oslo, que es donde vivía con su familia.

Cuenta cómo transcurren las clases en la academia a la que acude cada día para tomar diferentes clases con profesores que son reconocidos escritores, se ve la profundidad con la que analizan los textos de los alumnos, que tiene tanto valor como saber escribir, allí no se admiten lugares comunes ni repeticiones, hay gran exigencia y siento cierta envidia, para mi ya es demasiado tarde para empezar, ni siquiera sé si existe algo parecido por aquí cerca ni me siento con fuerza para tomar decisiones en las actuales circunstancias, no solo las mías personales sino la pandemia que a todos nos retiene en nuestras casas.

De momento sigo con La lucha de Knausgård y pongo atención en todo lo que se estudia en esa Academia que tanto llama mi atención, aquí echo en falta una crítica compleja.





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