domingo, 7 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS TREINTA Y SEIS

 




Me he emocionado muchísimo viendo el documental de Tiger Woods, más que nada por los recuerdos que me ha traído a la cabeza, sobre todo cuando Jaime era campeón, a veces yo le seguía en la Galea y hasta los caddies me felicitaban y me decían que mi hijo podía con todos, que cuando él venía todos temblaban, en aquella época él estudiaba en California.

El golf no había sido parte de mi vida hasta que empecé a salir con Carlos Artiach, a él le entusiasmaba y quería a toda costa que yo aprendiese y que me gustase para que pudiéramos tener vidas paralelas, yo estaba tan enamorada que quería complacerle, tomaba varias clases a la semana y entrenaba casi todos los días a pesar de que no se me daba bien, me daba cuenta de que ese deporte no era para mí, demasiado difícil, muy técnico, era evidente que por más que lo intentara nunca conseguiría hacer nada, prefería irme con mis óleos a un campo que no fuera de golf y pintar del natural, aún así lo intenté durante varios años hasta que lo dejé, yo no le gustaba al golf y el golf no me gustaba a mí.

Recuerdo aquella época de mi vida como si correspondiera a otra persona, me parece mentira que yo pudiera estar metida en un mundo que tenía tan poco que ver conmigo y con los asuntos que me interesaban, aún así lo intenté.

Ha pasado el tiempo y ahora me siento orgullosa de tener dos hijos que son profesionales de golf, a pesar de que su padre les obligó a estudiar carreras, ellos hacen lo que quieren, les gusta el golf, el surf y toda clase de deportes.

Cuando Jaime decidió dejar de dedicarse a la alta competición yo me llevé un disgusto, le había visto hacer tanto esfuerzo que se lo comenté a Mattin y él, muy sabio, me dijo:

¡Qué dices! ¿Sabes lo duro que es vivir con esa tensión? Es lo mejor que puede hacer.

Y me tranquilicé y lo pensé mejor y me di cuenta de que Mattin tenía razón, tiene que ser muy duro competir a ese nivel y en un asunto tan difícil como es el golf.

Además no creo que sea un deporte muy sano, en el centro donde hago Pilates hay mucha gente que tiene la espalda destrozada por jugar al golf, hacer un swing es algo muy forzado.









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