jueves, 25 de febrero de 2021

CUATRO MIL DOSCIENTOS CUARENTA Y NUEVE

 




Ayer vi una película que me habían recomendado y aunque no es buena ni siquiera entretenida me la tragué enterita porque trataba de algo que me interesa y además aprendí datos importantes que aumentan mi cultura feminista.

En un momento dado se toca el tema del aborto y me recordó el momento en que me encontré en esa situación, cuando todavía estaba prohibido en España y tuve que vender mi coche para poder ir a Londres.

En aquella época, estoy hablando de hace más de cuarenta años, ese tema era tabú, pero muchas de mis amigas estaban informadas y lo habían experimentado, por lo que en seguida me aleccionaron y todo resultó muy fácil.

Tenía muy claro lo que tenía que hacer y no supuso ningún problema excepto encontrarme sin coche al volver de Inglaterra.

Es un tema al que no le había dado más vueltas hasta ayer viendo Las Glorias que, insisto, a pesar de que me estaba aburriendo, conseguí verla hasta el final porque me interesa no solo ampliar mi cultura feminista sino que también me viene bien afianzar mis convicciones de igualdad de libertades y derechos entre hombres y mujeres.

A pesar de que mi madre era una mujer de gran personalidad y valía personal, mi padre impuso sus principios machistas de hijo único muy mimado con cinco hermanas que le idolatraban.

Mi madre me contó sin reparos que cuando se casó, en seguida se dio cuenta de que ambos tenían un carácter muy fuerte, no obstante ella era más inteligente por lo que si quería que el proyecto familiar funcionara, no le iba a quedar más remedio que dar su brazo a torcer y eso hizo hasta que murió mi padre, por lo que tuvo muy difícil ser ella misma.

Cuando me separé todavía no se había muerto mi padre y ella era una mujer sumisa, muy consciente de su situación y como le daba tanta envidia verme a mi tan ligera y contenta, sin tener que soportar a un marido que impusiera su criterio, me dijo:

¡Qué bien estás! Yo me he pasado toda la vida supeditada a los caprichos de tu padre y tú ahora lo único que tienes que hacer es vivir la vida.

A lo que contesté sin inmutarme:

Si tienes claro que lo que más te interesa es hacer lo que te da la gana estás mucho mejor sin un marido.




 



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