domingo, 13 de marzo de 2022

CUATRO MIL QUINIENTOS TREINTA Y NUEVE

 





A veces me veo reflejada en mi madre cuando le iba a contar algo que enseguida notaba que no le iba a gustar y me cortaba por lo sano diciendo: No me cuentes nada, no quiero saber (sic).

Generalmente se refería a algo relacionado con mis hermanos.

En mi caso es por otros motivos.

Empezó con el covid, intentaban convencerme para que viera videos y me volviera negacionista y no me vacunara y me puse muy nerviosa.

Perdón, me he precipitado, empezó con la quimioterapia, me querían convencer para que lo dejara por lo que tuve que pedir por favor que no me llamaran ni me hablaran de ese tema porque me ponía nerviosísima y eso me sienta mal de verdad.

Después pasó con la vacuna, para entonces yo ya estaba segura de que quería vacunarme, ni por un momento lo dudé, intentaban hacerme sentir como poco informada pero me daba igual, me quedé muy tranquila cuando me pusieron la tercera y además no me interesa salir de casa, la mascarilla me molesta porque se me empañan las gafas y no veo nada.

Y la última ya empiezan a hablarme de la guerra e intentan aconsejarme sobre lo que tengo que hacer con el dinero, me ofrecen un video de una hora, por más que digo que no me hablen, siguen y siguen y no me gusta nada, no soy nada dada a creerme lo que me cuentan, es posible que tengan razón, también es posible que digan mentiras, yo ya sé de quien tengo que fiarme y lo único que quiero es conservar mi paz interior, ese es mi gran tesoro.




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