viernes, 18 de marzo de 2022

CUATRO MIL QUINIENTOS CUARENTA Y CUATRO

 





Estoy contenta.

Durante más de dos meses he estado leyendo por teléfono el libro Escúchate de Prem Rawat a Pizca y he disfrutado mucho más que cuando lo leía yo sola, además de que he puesto más atención y lo he asimilado mejor.

Hoy he leído el último capítulo y nos ha dado pena, no solo porque es un libro maravilloso, sino porque también era una especie de disculpa para charlar un rato cada día, lo cual resulta muy agradable entre dos íntimas amigas, que tenemos muchas cosas en común y nos conocemos desde hace más de cincuenta años.

De repente Pizca ha tenido una idea que me ha parecido maravillosa, que le lea mi libro El esfuerzo precede a la satisfacción, ya que le hablo y le hablo y tiene ganas de saber más y yo estoy deseando saber su opinión que siempre me parece interesante, de vez en cuando le leo capítulos sueltos de mi diario y me anima mucho, le gusta cómo escribo y dado que es una persona que me conoce bien, sabe lo que dice desde un punto de vista libre y muy acostumbrado a la lectura, porque antes de tener problemas con la vista, era una gran lectora y también escribía.

Así que seguiremos teniendo la oportunidad de seguir conectadas y poder así comentar nuestras vidas que no son demasiado sociales, entre una cosa y otra y aunque ella ahora viva en las Arenas, no nos vemos tanto como solíamos cuando vivía en Algorta.

Nos encantaba ir al campo y yo disfrutaba escuchando sus comentarios sobre los caseríos y los paisajes, ya que a pesar de venir de Barcelona, está enamorada del país vasco, en varios temas tenemos gustos parecidos y ambas hemos recibido una educación similar, aunque creo que la mía ha estado más supeditada a la religión católica, ella estudió en el sagrado Corazón y yo en la Asunción, hace tanto tiempo que ya casi ni nos acordamos aunque yo no puedo olvidar los años que pasé encerrada, en lo que había sido la casa del valido de Felipe IV, el conde duque de Olivares en la calle santa Isabel de Madrid,  por lo menos eso me contaron.

Nunca he entendido el motivo por el que me llevaron interna a Madrid, nadie me lo ha explicado nunca, así como comprendí sin esfuerzo que me internaran en Burdeos, también en la Asunción para aprender francés, es la única manera de aprender un idioma con matices, viviendo en el país, así fue como me enamoré de la cultura francesa.











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