lunes, 23 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO SETENTA Y SEIS

 




Estoy impresionada con el reportaje que ha publicado El Periódico de Barcelona sobre el vandalismo que, en nombre del grafiti, interviene la escultura de Oteiza, La ola, que está en la entrada del Macba*.
A pesar de que en condiciones habituales, la limpian todas las semanas, la última vez tuvieron que hablar con los más entendidos en restauración y no les quedó más remedio que levantar las tres toneladas de aluminio pintado de negro y llevarla a Parets del Vallés, mediante el pago de veinte mil euros, para someterla a una dura intervención, ya que se celebra el 25 aniversario del Macba y lo van a celebrar con la escultura renovada que Oteiza donó al museo en 1998.
La colocarán en el mismo lugar elegido por Jorge, en profundo diálogo con el arquitecto Richard Meier
La ola atrajo a los vándalos desde el principio. 
Todos recordamos que un estudiante de arte, como protesta, le lanzó un cubo de pintura roja.

Reconozco que estoy consternada.
Intento entender todas las modernidades que en el nombre del arte y con palabras muy estudiadas, otorgan derecho a esa frase tan manida "todo vale" (vale tudo en portugués) que inventaron los que hacían peleas clandestinas en Brasil.

Gracias a Mattin, que me pone al corriente de todo lo que vale hoy en día cambiándole el nombre, he aprendido que interrumpir a una persona que está dando una conferencia magistral, puede ser una Intervención, gracias a la cual el protagonista de la acción, se convierte en el héroe del nuevo movimiento artístico.
Cuento esto solo por poner un ejemplo que me ha venido a la cabeza. 
Así, poco a poco, lo que en principio podría ser un motivo para ser detenido y llevado a comisaría, se convierte en un movimiento, cuyas piezas terminan en los mejores museos del mundo o en la máxima atracción de la ciudad, como los grafitis de Dublín.
No tengo nada en contra de los grafitis, todo lo contrario, soy la primera que hizo dos series de grafitis.
Una estaba basada en las pintadas, así se llamaban al principio, que se hacían en Euskadi cuando ETA actuaba y otra de las que hicieron en Delhi antes de unas elecciones, ya que coincidió que había ido allí para asistir a unas conferencias de Prem Rawat.
Intenté exponerlas en varios sitios, pero me las censuraban excepto en la casa de cultura de Laudio, a donde acudió hasta el alcalde y donde los periodistas me perseguían.
Yo consideraba y sigo considerando que me limitaba a hacer historia.
Vendí muy pocas, todavía las tengo enmarcadas en mi estudio, tal vez los de Subastas Bilbao se las llevarán algún día, tienen ganas de modernizarse.


*Museo de Arte Contemporáneo en Barcelona




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