jueves, 26 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO SETENTA Y NUEVE





Durante muchos años, desde el año 2008, he disfrutado alegremente de mis contactos en las redes sociales, sobre todo en Facebook, en las que he encontrado amigos, con los que me comunico muy a gusto y se nota que estamos en ondas parecidas, lo cual enriquece nuestra amistad y aprendemos juntos.

En las otras redes me movía menos, no obstante cuando empecé a publicar en Instagram me asusté, las cosas funcionan de diferente manera, no hay elección, cualquiera me puede seguir sin mi permiso y me llegaban y todavía lo hacen, mensajes de mujeres medio desnudas, ofreciéndome sus servicios sexuales en inglés y no solo eso, sino que también me invitaban a pertenecer a Illuminati, organización de la que por más que lo intento, no consigo saber exactamente en qué consiste, prometen mucho dinero, enseñando fotos de cantidades inmensas de billetes, lo cual resulta bastante desagradable.
Está relacionada con el orden mundial, en Internet escriben mucho sobre el tema, no obstante no alcanzo a descifrar el enigma.
Algunas veces me invitan los masones, esos no me dan miedo, simplemente no me interesan.
Tenía un amigo de Facebook, escritor de Vitoria, que era masón y hablaba de la masonería con toda naturalidad.
Un día me invitó a comer un menú en Bilbao y le dije que no, desde entonces ha desaparecido.
Cayetana Álvarez de Toledo reconoció pertenecer a la masonería cuando dejó de ser portavoz del PP.

En Instagram hay hombres que ofrecen relaciones sexuales online.
Todo ello me producía mucho desasosiego y hería mi sensibilidad, pedí ayuda y me dijeron que la única manera de librarse de esos mensajes es bloquearlos y no utilizar Instagram a partir de las once de la noche.
A fuerza de seguir esas indicaciones, estoy consiguiendo que se limpie bastante mi pantalla, aunque todavía siguen de vez en cuando.
Me asusté más de lo habitual cuando me ofrecieron armas y más todavía, esto ya me costaba creérmelo, cuando me invitaron los yihadistas.

En Facebook, que es donde más cómoda me encuentro, a veces he aceptado la amistad de algunas personas con las que tenía amigos comunes, no obstante puede resultar peligroso, porque se atreven a llamar por teléfono e intentan entablar conversaciones online, algo que yo no acepto.
En resumen, estoy aprendiendo a defenderme.







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