domingo, 22 de noviembre de 2020

CUATRO MIL CIENTO SETENTA Y CINCO

 




A menudo Mattin me pregunta por los años de mi vida que él no me conocía ya que nació cuando yo tenía treinta y un años y para entonces ya había tenido algunas aventuras de las que él ni siquiera había oído hablar.
Ayer fue uno de esos días, él estaba solo en el hotel en Madrid, en donde había hecho una preformance en el Reina*.
Hablamos de cine y salió a colación aquella escena que rodé en la película de Jaime de Armiñán, El amor del capitán Brando.
Pone tal interés y escucha con tanta atención, que me hizo rememorar una época de mi vida que tenía relegada en el olvido.
No solo quería ver la película sino que me hizo contarle todo, incluida la comida con Fernando Fernán Gómez, Ana Belén, Armiñán y los demás del equipo que participamos aquel día.

Dio la casualidad de que Carlos, mi marido en aquel tiempo, tenía que ir a Madrid por asuntos de trabajo y justo Armiñán me había invitado a participar en la película que estaba rodando.
Ya había participado como extra en otra película que rodó en Castro Urdiales y le había acompañado a buscar localizaciones en la costa vasca.
Nosotros nos hospedábamos en el hotel Palace y la escena se rodaba en el hall del hotel, así que todo encajaba.

Creo recordar que se trataba de lo siguiente:

Yo estaba sentada en una butaca sin hacer nada, se notaba que estaba esperando a alguien.
Fernando Fernán Gómez se aburría en un sofá cercano a mi y me miraba sin disimulo.
Yo no me daba cuenta porque estaba pendiente de que llegara la persona con la que me había citado.
De pronto apareció mi amigo, se acercó y yo me levanté sonriendo:

¿Has esperado mucho?

No, solo un momento.

Nos dimos dos besos y nos fuimos.

Entonces la cámara enfoca a Fernán Gómez, que adopta un gesto como de decepción.

Creo que eso es todo, no recuerdo mucho más, excepto que me hicieron algunas proposiciones para hacer cine pero ni siquiera las contemplé, en aquella época yo tenía muy claro que quería dedicarme a la pintura, además mis hijos eran pequeños y nada me apetecía menos que separarme de ellos.






*Palabra que se utiliza en el mundo del arte para referirse al museo Reina Sofía.





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