domingo, 27 de enero de 2019

DOS MIL SETECIENTOS UNO







Me gusta el cine, sobre todo si voy a una sala buena en la calle.
También me puede apetecer ver una buena película en casa pero me distraigo con facilidad, no es lo mismo.
Ayer fui a ver “The old man and the gun” el testamento de Robert Redford, actor que siempre me ha encantado y como despedida ha elegido un film triste, agridulce, al que no le pude ver un mensaje que me convenciera, excepto el de una adicción infantil de atracar bancos.
Parece que está basado en hechos reales y me impresiona que un preso haya sido capaz de escaparse dieciocho veces de distintas cárceles, entre ellas la de san Quintín.
No puedo decir que me gustó ni lo contrario, no se la recomendaría a nadie aunque reconozco que Robert Redford está formidable, como de costumbre y Sissy Spazek magnífica.
Fácil de olvidar.
Peor fue “La Favorita” del griego Lanthimos que se presenta a los Óscar con intención de ganar.
Me pregunto cómo me dejé engañar cuando sé perfectamente que tengo un mal recuerdo de ese director, que hizo “Langosta” y que tiene unas ideas distópicas que no son de mi agrado.
El cine estaba lleno y ha recibido muchos premios, no obstante y a pesar de la magnífica puesta en escena, me resultó desagradable.
A Beatriz tampoco le gustó, menos mal, empiezo a pensar que soy rara porque “Roma”, que está considerada como algo extraordinario, me aburrió sobremanera.
Cuando llegan los viernes estudio las carteleras con ilusión, es el día que cambian las películas y casi siempre encuentro una por lo menos que me puede apetecer, pero las últimas semanas he metido la pata.

Mucho me temo que tal y como están los tiempos en los que reina la distopia voy a tener problemas porque la utopía ya no está de moda.






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