viernes, 4 de enero de 2019

DOS MIL QUINIENTOS NOVENTA Y SEIS








Hace tiempo, Iñigo Larroque, mi profesor de Escritura comentó que a veces, con el único propósito de tener algo especial para contar, los escritores diaristas hacen algún plan especial, ya que la mayoría de lo que sucede en el día a día puede parecer falto de interés para los lectores.
Lo puedo entender, porque aunque todavía no me ha llegado ese momento, sí pienso que hay muchos días en los que más que nada pienso sobre varios temas y no llego a ninguna conclusión extraordinaria que me parezca digna de mención.
Escribo el diario con el propósito de expresarme y comunicarme, por lo que tengo muy en cuenta que hay personas que me leen, me siguen y me animan, motivo por el que los temas reservados a mi vida interior, los reservo. 
Creo que me pertenecen.
Me refiero sobre todo a mi relación con Prem Rawat.
Es algo tan íntimo y personal que solo hablo de ese tema cuando alguien se interesa y me hace una pregunta directa en la que muestra verdadero interés.

De todos es sabido que mi relación con Prem Rawat y el conocimiento que me reveló hace treinta y siete años es la prioridad en mi vida y el ancla en la que me apoyo.




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