martes, 1 de enero de 2019

DOS MIL QUINIENTOS NOVENTA Y TRES







Empieza el nuevo año y aunque intento que no afecte a mi vida ordinaria, no lo consigo.
De ninguna de las maneras.
Casi prefiero no hablar de un tema que me llevaría a una actitud negativa.
Respecto a lo sucedido en el año pasado me encuentro con el mismo problema, me disgusta hacer balance de lo que pasó.
Lo sé demasiado bien.
He hecho lo que he podido y he dejado lugar para mejorar.
Mis preocupaciones actuales están relacionadas con la salud y de ahí deriva que ha llegado un momento de mi vida en el que desconfío de los médicos. Justo cuando más los necesito.
Ahora me toca a mi llevar las riendas de mi bienestar, lo que está bastante más relacionado con la correcta alimentación, que con los fármacos que hacen más daño del que evitan.
En este sentido no tengo que hacer un gran esfuerzo para poner orden en lo que ha sucedido durante el año.
Fue importante aceptar la invitación que me hicieron en Osakidetza para someterme al tratamiento del VHC (virus de la hepatitis C).
Pasé tres meses difíciles pero lo conseguí, hoy en día el VHC es indetectable.
Por otro lado, desperté del embrujo del doctor Álvarez de Mon, al que me había doblegado durante cuatro años y que acepté con alegría, debido a sus falsas promesas que me hicieron creer que sanaría mis males.
Craso error.
Mi aparente mejoría se debía a una medicación muy bien combinada que hacía que me sintiera bien y contenta, no obstante llegó el momento en que no solo no me curaba, sino que los efectos secundarios empezaron a dar muestras de que algo fallaba.
La Lyrica me hacía perder la memoria, que a mi entender es lo mismo que perder la cabeza.
Cuando se lo comenté al doctor, no solo no le dio importancia sino me instó a seguir.
Además no me creyó.
Poco a poco me fui alejando del doctor Álvarez de Mon hasta que dejé de ir a Madrid.
Ahora, con la ayuda de mi doctora de cabecera de la Seguridad Social estoy bajando la dosis de Lyrica, e intentando cambiarla por un analgésico que evite los fuertes dolores de rodilla.
Ya solo me falta poner orden en mi alimentación.

Sé por experiencia propia que cuando utilizo la fuerza de voluntad y pongo empeño en comer con consciencia, mi bienestar acrecienta.






No hay comentarios:

Publicar un comentario