miércoles, 16 de enero de 2019

DOS MIL SEISCIENTOS CINCO







Sigo con el autorretrato.
Tengo la piel blanca y el pelo castaño, teñido de un color parecido al natural. Detesto las canas.
Cuando salgo a la calle me arreglo un poco, excepto para ir a la clase de Pilates. No me gusta la idea de pintarme para hacer ejercicio.
Me tapo las manchas de la cara con un corrector de ojeras, me doy colorete y me pinto los labios.
Es poca cosa pero cambio bastante, ensalzo el colorido, que según mi madre, es lo mejor de mi rostro.
Tengo muchas arrugas debido principalmente a que fumé demasiado y además mi piel es fina.
Llevo una melenita corta con raya a un lado y en verano me peino con la parte izquierda detrás de la oreja. Me gusta la asimetría. En invierno hace demasiado frío y prefiero que el pelo me tape la oreja.
A veces me pongo txapela, tengo muchas, de todos los colores pero casi siempre uso la negra.
Mis ojos son verdes, pequeñitos que desaparecen cuando me río.
De la nariz ya hablé la primera vez, es grande, vasca y algunas veces me han preguntado por qué no me hago una rinoplastia para quitarme la giba ósea.
Nunca lo he pensado, simplemente la considero parte de mis atributos.
Mi estética se complace en la diferencia.
No me inspira ver a todas las mujeres iguales, con la nariz operada y una gran melena negra en las raíces, rubia en el resto con el pelo por delante, medio tapando el rostro.
No niego que estén bonitas pero me interesan más las personas que logran sentirse cómodas en una estética personal. Siempre que estén bien cuidadas, claro.
Dado mi sobrepeso, intento disimularlo vistiéndome de negro, se nota mucha diferencia.
Debido a que tengo la pierna derecha más corta que la izquierda, llevo el cuerpo torcido. Intento ir tiesa y cojear lo menos posible. Sobre todo, pongo empeño en no caerme.
Lo peor de estos últimos años, hasta que he aceptado que estoy coja de verdad y que tengo que andar con cuidado, han sido las caídas. Varias veces. casi todas han tenido notables consecuencias. He necesitado meses para recuperarme.
Ahora ya he aceptado mi cojera, mi lentitud y después de varias pruebas, he conseguido una medicina que me quita los dolores.
¿qué más puedo pedir?

Soy feliz así.






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