lunes, 7 de enero de 2019

DOS MIL QUINIENTOS NOVENTA Y OCHO








Soy aficionada a escuchar la radio, diferentes emisoras aunque tengo preferencias.
Me gustan, sobre todo, los programas dedicados a la literatura, no solo por el tema que en sí es tal vez el que más me interesa, sino también porque estoy casi segura de que los que hablan lo van a hacer con corrección, respetando la lengua española y eso me tranquiliza. 
Me proporciona un gran placer escuchar un castellano impecable.
Amo mi lengua, la adoro, la respeto, la venero e intento aprender un poco más cada día.
En algunos programas de tertulias políticas, me sorprende que los periodistas cometan errores, habiendo estudiado una carrera en la que el lenguaje, hablado y escrito, es fundamental.

Me gustan también los programas sobre viajes de Roge Blasco en Radio Euskadi.
Hace entrevistas a personas que viajan por el placer de hacerlo y van a lugares poco conocidos.
Aprendo con ellos.
Se toman su tiempo y son capaces de vivir en condiciones difíciles con tal de ir a lugares que no conocen, conectar con la naturaleza, ver animales y contactar con los lugareños.

Hay un país del que todos los viajeros que han estado allí, coinciden en hablar maravillas: Irán.
Más que nada alaban a su gente. Solamente con verles por la calle y darse cuenta de que son extranjeros, se acercan a ellos y les invitan a sus casas, les ofrecen hospitalidad y se hacen amigos para toda la vida.
Disfruto escuchando lo que cuentan esos intrépidos viajeros que son capaces de atravesar situaciones difíciles con tal de ver una manada de búfalos, dar la vuelta al mundo en bicicleta o ser los primeros en visitar el este de Asia que todavía no está preparado para el turismo.

Lo escucho con fruición y aprendo con ellos desde la comodidad de mi cama.













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