miércoles, 9 de enero de 2019

DOS MIL SEISCIENTOS








Hago una vida retirada, hablo tan poco que me cuesta sacar sonidos y si parloteo por teléfono más de la cuenta, me raspa la garganta.
No me encuentro bien del todo y me aterra la idea de salir a la calle con el frío siberiano que anuncian y en casa estoy calentita, cuidada y entretenida.
Cada vez me gusta más leer. 
Tener un buen libro entre las manos me produce un placer íntimo y personal.
Íñigo Larroque, el profesor de Escritura suele decir que los libros hacen compañía, eso es lo que siento.
No solo me han hecho compañía a lo largo de la vida sino que en ocasiones, hasta me han salvado.
Agradezco que alguien me recomiende un buen libro. 
Guardo en mi corazón algunos momentos en que me encontraba despistada, iba a una librería a cuyo dueño conocía y salía encantada con una par de libros que estaba segura me iban a sacar del letargo.
Hoy por ejemplo, un amigo de Facebook de quien me fío, me ha recomendado “Miedo” de Stefan Sweig, autor a quien considero imprescindible.
Conocí a Stefan Sweig siendo muy joven, me lo recomendó el que fue mi marido, cuando todavía éramos novios. 
El primer libro que leí se llama “La piedad peligrosa” y me encantó. 
A partir de ahí entré en su mundo y todo lo que a él se refiere me interesa.

Confío en su buen hacer.









No hay comentarios:

Publicar un comentario