jueves, 10 de enero de 2019

DOS MIL SEISCIENTOS UNO







Hoy hace once años que entré en Facebook.
Doy por hecho que todas las personas que me siguen saben en qué consiste Facebook.
Estoy contenta. Poco a poco he ido seleccionando a mis amigos y aunque me relaciono solo con algunos, los que están más o menos en la misma onda que yo, me resulta encantador.
A veces me encuentro con gente que tiene una ideología opuesta a la mía y lo hacen notar de una manera un poco abrupta. En esos casos, lo primero que hago es intentar tranquilizarme y acordarme de algo que dijo un sabio, algo que me llegó muy hondo:

Para ser una persona tolerante, es necesario relacionarse con todo tipo de personas de diferentes ideologías.

Esta frase no es literal pero corresponde a lo que predicaba.
Lo entiendo y estoy de acuerdo. Durante mucho tiempo he tratado solo con personas de mi estilo porque me resultaba más cómodo y no necesitaba callarme ni discutir. Sin embargo, al pensar en lo que dijo aquel sabio, comprendí que tenía razón. En la diferencia se encuentra la riqueza, se aprende a comprender.
Lo que me molesta es sentirme juzgada.
Por lo demás, no tengo problemas para relacionarme con gente de diferentes ideologías, en el fondo cada uno piensa lo que le da la gana y es digno de respeto.
En cambio, juzgar es peligroso.
Mentiría si dijera que yo no juzgo. Al contrario, lo primero que me viene a la cabeza casi seguro que es un prejuicio, pero en cuanto me doy cuenta me lo quito y me quedo limpia para disfrutar de lo que se presenta.

Hay tantos elementos culturales que aparentemente nos separan, que sería triste que me quedara estancada sabiendo que una mente abierta es un instrumento de aprendizaje constante.






No hay comentarios:

Publicar un comentario