domingo, 14 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS TREINTA Y TRES







Los domingos a las tres de la tarde hay un programa en RNE sobre literatura, que me gusta casi tanto como las clases de escritura a las que asisto dos jueves al mes.
No solo disfruto porque hablan los poetas y los lectores empedernidos, conocedores de todos los secretos del buen hacer es ese terreno tan placentero al que no me resulta fácil acceder, sino que además, me incita a reflexionar sobre mi propia vida.

Supe que necesitaba ser dueña de mi tiempo cuando ya me había metido en berenjenales que requerían mi presencia a esa hora y a muchas más, aunque mi alma estuviera sedienta de beber de otras fuentes.
Al darme cuenta de mi propia insatisfacción, me dediqué a desembarazarme de las responsabilidades adquiridas.
No resultaba fácil.

Empezando porque además de mi familia, ya de por sí bastante exigente, me embarqué, al casarme y casi sin darme cuenta, en formar parte de otra familia que también tenía sus rituales de domingo, a los que debía acudir junto con mi marido.
Así que mi vida se había convertido en un rosario de obligaciones y personas a quienes prestar atención, a pesar de que ya había abandonado la casa de mis padres, pensando que así encontraría la anhelada libertad.
Me equivoqué.
No puedo negar que a pesar de los sinsabores que supuso mi matrimonio, hacía más lo que deseaba que cuando vivía con mis padres, pero una vez más y también sin darme cuenta, me encontré con otra familia, la mía propia, algo desconocido para mí, una responsabilidad en la que jamás me había detenido a pensar.

No quiero detenerme en esa época de mi vida.


Lo que deseo expresar en este texto, hoy que tranquilamente he podido escuchar el programa de RNE, mientras echaba una siesta tranquila en mi futón japonés y me deleitaba prestando atención a los poetas, daba gracias al cielo por haber logrado ser dueña de mi tiempo, algo que no todo el mundo alcanza. 
No ha sido un camino fácil.
Me lo he trabajado.
Así como reconozco con humildad que he cometido muchos errores en mi vida, considero que casi sin darme cuenta, a trancas y a barrancas, he conseguido hacer lo que me da la gana, para lo cual es mejor no tener demasiadas familias.








No hay comentarios:

Publicar un comentario