lunes, 15 de octubre de 2018

DOS MIL QUINIENTOS TREINTA Y CUATRO








Me gusta leer los artículos que publica Ramón Irigoyen en El Diario de Navarra, a los que tengo acceso a través de FaceBook.

No conozco personalmente a Ramón Irigoyen, pero hace tiempo que sé de su existencia porque teníamos una amiga en común, Emilia Martínez, artista plástica y poeta a quien cortaron una pierna, algo que superó con infinita elegancia, aunque le quitó las ganas de volver a su estudio.
Ella me habló alguna vez de Ramón Irigoyen con quien solía estar cuando el navarro visitaba Bilbao.

Intenté leer algún libro del famoso poeta y escritor pero me pareció demasiado erudito, yo no estaba familiarizada con sus amigos los clásicos.

Hace unos años me encontré con él en FaceBook y le pedí amistad, dándome a conocer como amiga de Emilia e inmediatamente me la concedió y me pidió noticias de ella.
Le impresionó lo de la pierna, lo que no es de extrañar, a mi me pasó lo mismo al volver de Los Ángeles cuando Juan Zárate me lo comunicó.
Todavía me sorprendían las cosas que a veces suceden en la vida y la cambian en un santiamén.


Pues bien, ahora me alegra encontrarme con los textos de Ramón Irigoyen, es un gran escritor, da lo mismo que hable de poesía que de fútbol, siempre embelesa.







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