Observo divertida, que muchas de las personas con las que estoy en contacto, padecen de dolores articulares, tortícolis, lumbalgias, ciáticas, contracturas e incluso problemas digestivos.
Por más que me empeño en hablarles del Cannabidol y del aceite de cáñamo que tanto bien me están haciendo, siguen quejándose de sus males y ni siquiera intentan saber de qué se trata lo que para mi ha sido pura salvación.
Mi hijo Jaime, por ejemplo, no puede pisar con el pie derecho porque le duele el talón.
Insistí tanto que accedió a que le pusiera un poco de la pomada dos veces y “no notó nada”.
Aún así, le explicaba a Beatriz, que a mi lo que me cura es mi fuerza mental.
Ojalá tuviera yo suficiente poder, si así fuera no habría pasado los espantosos años en la cama sin poderme mover y experimentando malestar.
Su teoría es que los productos que uso ahora, son una especie de disculpa en la que me baso para ejercer mi energía interior.
Reconozco que como piropo es una maravilla, más temo que me sobrestima.
Ayer pasé un día estupendo, no sentí dolor ni siquiera en los poplíteos, que rara vez dejan de hacerse notar.
Ha sido tan rápido el cambio que se ha operado en mí que incluso me cuesta creérmelo, no obstante leo y releo lo que cuentan en internet y deduzco que es pura lógica.
Las hierbas han sido la fuente de curación de todas las enfermedades desde que el mundo es mundo.
Solían ser las brujas las que conocían sus propiedades.
Yo ya sé que soy una bruja que me guío por la intuición, o sea que estoy cerca de mis antepasadas, aunque me falten sus conocimientos en la materia.
Me fío de los laboratorios.
He llamado a mi hermano Gabriel ya que el día que estuve en su casa casi no podía andar, para preguntarle si quiere que le compre la pomada porque voy a hacer el pedido a Sagar, la tienda de dietética de Algorta donde compro casi todos mis alimentos ecológicos.
Me ha dado las gracias pero ha dicho que prefiere seguir con sus "métodos tradicionales".
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