miércoles, 29 de agosto de 2018

DOS MIL CUATROCIENTOS








A pesar de que todavía siento los coletazos de la desintoxicación, creo que ha sido uno de los agostos mejor aprovechado de toda mi vida.
He dejado las pastillas, el gluten y los lácteos y estoy consciente de que será de por vida, como dejar de fumar o dejar las drogas.

A pesar de la Eufrasia, los ojos siguen llorando y me pican.

Sé que todo es cuestión de tiempo, para lo que la paciencia es imprescindible.
Todavía me queda esta semanita entera para dedicarme al reposo.
La semana que viene empiezo las clases de Pilates y la siguiente las de escritura.

Respecto a los médicos, solo me queda un análisis relacionado con el VHC que lo considero necesario para tener la certeza de que ese maldito virus no vuelva a aparecer.

Todo lo demás está anulado.
Me harté de pruebas, de médicos, de escáneres, de farmacias.

Ahora se trata de tener el cuerpo fuerte y bien alimentado para que sea capaz de organizarse él solito y así ser yo misma quien lleve las riendas de mi vida.
Agradecí al doctor Álvarez de Mon que fuera capaz de diagnosticarme una enfermedad aparentemente incurable, la cistitis intersticial, que es auto inmune y solo quitando el gluten dejará de molestar.

Pero ya me he hartado.

Quiero vivir tranquila.

Confío en el doctor Landaburu.








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