martes, 28 de febrero de 2017

DOSCIENTOS UNO







Ayer hablé con mi hijo Mattin sobre la actual política de extrema derecha y aunque no quise preocuparme demasiado, me quedé pensativa al leer el artículo de Marcos Reguera, profesor de la UPV, publicado en el ctxt.es, en el que cuenta cómo funciona Alt Right, actual movimiento xenófono y antifeminista.

Hasta tal punto Mattin estaba preocupado con la actual situación que se está fraguando, que al preguntarle en qué podría afectarnos Trump y sus secuaces, no dudó en decirme que se está preparando una guerra mundial.
Me cuesta creer que alguien quiera una guerra a estas alturas de la vida, ya hay bastantes guerras en este mundo.

Así que cuando terminé de hablar por teléfono, quise comentar con Beatriz la conversación que había mantenido con su hermano y con una cara de auténtico fastidio, me dijo:

¿Qué dices?
¡Hablándome de guerras cuando estoy super entretenida viendo los Óscar!

Y volviendo su cabeza hacia su iPad, dio por terminada mi interrupción, y con una falta de interés total, dictaminó:

Te aseguro que en Getxolandia no va a haber guerra.

Volví a mis cuarteles de invierno, pensando que ojalá tenga razón.
No puedo imaginarme que alguien quiera una guerra y sin embargo, al oír la radio más tarde, Trump dijo que iba a destinar cincuenta y siete mil millones de dólares para armamento.


Yo antes no me interesaba por la política. 
Prefería vivir en la inopia.
Pero cuando leí que Platón decía que eso significa ser idiota, tocó mi amor propio y a pesar de lo poco que me gusta, ahora pongo interés y aunque no profundizo todo lo que debiera, por lo menos estoy al tanto de lo que ocurre en el mundo.
Me cuesta ver tanta injusticia e insensatez, no obstante, desde que me he dedicado a ver Borgen, magnífica serie de culto a través de la cual he aprendido bastante sobre los tejemanejes de la política y los medios de información en Dinamarca, veo que hay demasiados intereses establecidos y que será muy difícil cambiarlos.

Tal vez sea mejor pensar que en Getxolandia, como dice Beatriz, no va a haber guerra, pero yo ya he visto explotar varias bombas cerca de mi casa y a mi hermano Gabriel le destrozaron la suya, cuando pusieron una bomba en la casa de Delclaux, en Ondategui.


No puedo evitar sentir cierto desasosiego, al saber que hay tanta gente sufriendo, gente que pierde a sus hijos, sus casas, sus trabajos y que se arrastran por el mundo sin saber a donde ir, no me gusta lo que veo, desearía que todos pudiéramos tener una vida digna, como nos corresponde por el hecho de ser seres humanos.




No hay comentarios:

Publicar un comentario