jueves, 23 de febrero de 2017

CIENTO NOVENTA Y SIETE







A pesar de las vicisitudes de cada día, siempre encuentro un lugar para disfrutar de lo que la vida me ofrece para alimentar mi espíritu.
Ayer, sin ir más lejos, me regalé la visita al museo Guggenheim, en donde pude solazarme con mis amigos los expresionistas abstractos, que tanto me enseñan sobre la pintura en estado puro.
Pude ver en vivo y en directo a mis ídolos.
La verdad es que estaban todos los que me encantan y a los que he adorado desde que estudiaba la carrera de BBAA.
Además, por motivos que desconozco, había muy poca gente, por lo que tuve la sensación de tener el museo a mi disposición, aunque con más seguridad que otras veces.
Supongo que será debido a que quieren evitar a toda costa, que suceda un episodio similar al del carrito de la limpieza.

Como de costumbre, las fotos estaban prohibidas, pero saqué las del museo por fuera, que me quedaron preciosas, con el titanio brillando en todo su esplendor.

Después me fui a Olaveaga y aprovechando que el sol alumbraba Zorrozaurre, saqué otras fotos que todavía no he estudiado.

Hoy se ha ido Jaime a Mallorca y tal vez la próxima vez que vuelva a casa, tenga ideas de cambio.
Ha estado en Mallorca veinte años y le apetece otra cosa.
Sabe que aquí siempre es más que bienvenido y nos tiene a Beatriz y a mi dispuestas a hacerle la vida agradable.
Es un hombre encantador con un carácter extraordinario, siempre amable, contento y con ganas de conversar.
Gran lector, informado y dispuesto a hacerme todos los favores que yo le pida, aunque intento no pasarme.

De la misma manera que disfruto cuando tengo cerca a mis hijos, puedo deleitarme cuando desaparecen y se queda la casa en silencio y todo lo que ordeno permanece en su sitio.
Es la ventaja de saber estar sola.
No solo de saber estar sola, que también, sino de ser capaz de sacarle mucho provecho.

Voy recorriendo las etapas de la vida y encontrando en cada una siempre algo nuevo, algo que sumar a lo ya sabido que lo enriquece.

Sin lugar a dudas, ahora estoy viviendo la mejor época de mi vida, porque la paz interior es el pilar que me sostiene, y eso es algo muy grande por lo que estoy muy agradecida.





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