jueves, 2 de febrero de 2017

CIENTO SETENTA Y SIETE







Se ha puesto de moda el “Apropiacionismo”, tanto la palabra en sí, como llevarlo a cabo.
Siempre se ha practicado en mayor o menor medida.

Hasta ahora era un tema del que se hablaba en el mundo del arte.
Ahora ya está en todas partes.

Richard Prince, que es un artista apropiacionista, motivado por la elección del actual presidente de los EEUU, tanto él como el “Apropiacionismo” están alcanzando altas cotas de notoriedad.

Prince lleva días tuiteando los videos que filma desde su ventana, en los que se ve un gran poster del rostro de Donald Trump y los coches pasando por encima.
Algunos titubean antes de hacerlo, y al decidirse se quedan encantados, una manera de canalizar sus emociones.

Yo le sigo en Twiter y me divierte bastante.
Tengo la sensación de que últimamente, Prince ha encontrado una fuente de inspiración permanente con la familia Trump.
Había realizado un retrato por encargo a Ivanka, basado en una selfie que ella se hizo en la peluquería.
Al ver en las revistas fotos de Ivanka delante de sus cuadros, Prince se puso furioso y como protesta contra el padre de Ivanka, devolvió los $36.000 de comisión a la galería y negó la autoría de ese cuadro, que de repente se ha convertido en falso.

La recontextualización de las fotos de fotos, es algo que se viene haciendo desde hace mucho tiempo.

Yo misma en dos ocasiones realicé un proyecto sobre el Athletic, basado en las fotos de un periódico de Bilbao, El Correo, cuyas fotos eran de Ruiz de Azúa.
De todo lo que vi, eran las que más me gustaron.
Además, tuve la suerte de que mi ex marido conocía a alguien en ese periódico, que me regaló las fotos originales por lo que la calidad de las fotocopias sobre las que hacía mis piezas, resultaba algo mejor.
En aquella época yo ni siquiera sabía que existía el “Apropiacionismo” como corriente posmoderna.

Los presenté en Arteder 82, Bilbao.
Tuve mucho éxito.
Vinieron a verme los jugadores del equipo y salían fotos de mis cuadros con los jugadores hasta en la sección de los deportes.
Tuve la suerte de que justo mientras mis futbolistas estaban colgados en la Feria de Muestras, al lado de san Mamés, el Athletic ganó la liga.
Por lo visto llevaba 26 años sin ganarla y se produjo una euforia que yo nunca la había visto ni la he vuelto a ver.
Bilbao ardía en fiestas y Getxo no digamos.
La gente se abrazaba aunque no se conociera.
La alegría ambiental fue de tal magnitud que todo estaba permitido.
Un tío me metió la mano por debajo de la falda.

Además, el escritor y periodista Borja Loma Barrie me hizo una entrevista muy larga que salió en la última página de “El Correo” un domingo, cuyo título decía así:

NO DIGA INTUICIÓN, DIGA BLANCA ORAA

Borja tenía razón, me había calado.
La intuición es mi punto fuerte, me siento orgullosa de apreciarla y tratar de desarrollarla.

Mientras todo esto sucedía, mi padre se estaba muriendo.
Fueron momentos en los que mis emociones eran tan intensas que yo me sentía desbordada.
Por un lado el éxito, las felicitaciones, la exaltación, el júbilo, los futbolistas, las entrevistas, la gente.

Y por otro, mi padre que era la persona que más me había querido en este mundo y que siempre me había ayudado y comprendido, me dejaba sola.
Eso es lo que yo sentía en aquel momento.




Yo estaba junto a él cuando dejó de respirar.
Amanecía.
Mi madre y mis hermanos, esperando en el cuarto de estar.
Les dí la noticia.
Habíamos pasado toda la noche en vela.

Mi madre llamó a la persona que se ocupaba de la casa y le pidió por favor que preparara el desayuno para todos.
Yo me marché.
No me apetecía estar allí.
Me fui al Caracas que era el bareto donde pasaba el tiempo libre.
Allí me sentí a gusto, sin dar explicaciones.


Sigo echando de menos a mi padre.
Casi todos los días.
Sentirse tan querida como yo me sentía no es habitual.
Cuando me veía, se le alegraba la cara.

Una vez me dijo:

Tu tienes “eso”.







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