martes, 21 de febrero de 2017

CIENTO NOVENTA Y CINCO







Ayer hizo un día espléndido.
El cielo azul con una luz que permitía ver todo nítido, invitaba a la contemplación del paisaje.
Llevaba yo varios días esperando que llegara ese momento, acariciando la idea de subir a la parte de arriba del puente colgante y desde allí disfrutar del panorama y hacer fotos, ya que uno de los temas del concurso Gurushot es: “fotos desde las alturas”.
Disfruté de lo lindo.
Una señorita encantadora me acompaño en el ascensor y me dejó solita en ese espacio casi metafísico que lo han organizado de manera que se puede atravesar la ría por encima del puente colgante.
Se llama: pasarela peatonal.
Así que casi sin darme cuenta me encontré en una altura poco aconsejable para personas que sufran de vértigo, respirando un aire marinero, sano, del que mis pulmones disfrutaron como hacía tiempo no lo hacían.
Resultaba muy placentero, era casi como estar en alta mar.
Cuando terminó mi viaje en las alturas, toqué un timbre y otra señorita me recogió en Portugalete,
Me acompañó en la bajada y me invitó a quedarme en una explanada de madera, desde la que se divisa la venida del puente colgante en un ángulo perfecto para hacer un video del que me siento orgullosa, que he colgado en la web de mi producción artística.

Tenía un día muy ocupado, por lo que cancelé una cita ya que necesitaba tiempo para elegir los textos que llevaría a la clase de escritura.
Todo lo relacionado con ese tema, goza de prioridad casi absoluta.

Pues bien, al llegar a casa por la noche y revisar mis mails, comprobé que la editorial que ha publicado mi segundo libro: “El esfuerzo precede a la satisfacción” me invitaba a firmar en la feria de Saint Jordi de Barcelona, que se celebra en abril.
No me veo en un stand esperando a que me pregunten a ver que pinto allí, porque de momento creo que no pinto nada en ningún lugar público, pero recordé lo que dijo mi madre cuando pasaron el video de mi performance sobre Thomas Krens en el Guggenheim:

Es una manera de empezar.

Una vez más tuve que callarme por eso de por la paz un padrenuestro, pero que me dijera eso después de que ella misma había acudido a mis inauguraciones de Madrid, en las que gocé de un gran éxito tanto de venta como de crítica, me pareció raro aunque reconozco que en el fondo me hizo gracia.
Eran las cosas de mi madre.
No hacía concesiones.
Por lo menos, no demasiadas, a no ser que se tratase de la iglesia o del PP.

Era una mujer fuerte, dura, inteligente, tenaz, con una seguridad absoluta en si misma.
He conocido a mucha gente en mi vida, gente de todo tipo, razas, edades y costumbres, pero jamás me he encontrado con una persona de tanta valía y coraje como ella.
Ha sido una maestra extraordinaria.

Agradezco haber venido a este mundo a través de mi madre.





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