viernes, 3 de febrero de 2017

CIENTO SETENTA Y OCHO








En cuanto me meto en FB, mi concentración alcanza cotas que casi llegan a la perfección.
Me olvido de todo lo demás.
Encuentro tantos asuntos diversos e interesantes, que es como si me diera un paseo por varias ciudades, tratando temas que me encantan, poniéndome al día de las exposiciones y de lo que piensan mis amigos, a quienes tal vez nunca llegue a conocer.
Se me pasan las horas y a pesar de que de vez en cuando vuelvo mi cabeza para ver el cielo desde la ventana y confirmo que está azul y que sería un buen momento para salir y hacer fotos, comprendo que no puedo hacerlo porque estoy inmovilizada.
Nada puede despegarme de mi silla ergonómica finlandesa, en la que mi cuerpo se acomoda como si fuera una continuación del mismo.

Reconozco que si FB me aporta tanto, es porque llevo años interactuando con interés y cariño.
He elegido mis amigos y la mayoría me deleitan con sus publicaciones.
Con algunos me río, con otros me informo y aprendo.

Tengo que andar con cuidado, porque a partir de 5.000 amigos, te pasan a otro nivel en el que ya no se interactúa de igual a igual, es como que ya solo tienes seguidores y fans.
No sé bien en qué consiste, pero por lo poco que he visto, no me apetece.

A la gente que me invita con insistencia a ver sus páginas de trabajo, les quito inmediatamente y a los que publican algo que me resulta ofensivo, les bloqueo de por vida sin miramientos.
También suelo quitar a los que alardean de banderas, aunque si son familiares me aguanto.
Tengo verdadero rechazo a los nacionalismos.

Yo me considero “world's citizen and independent scholar”.
Lo aprendí en Malibu, es como me siento de verdad.

También bloqueo a los que sin conocerme de nada y como si no tuviera otra cosa que hacer que chatear con desconocidos, me mandan un mensaje privado diciendo Hi! o algo parecido.
En esos casos soy implacable.



No voy a negar que he nacido en Bilbao y que estoy a gusto viviendo aquí, pero también me he sentido en mi elemento, cuando he vivido en otras ciudades del vasto mundo.

Sabiendo que todo está dentro de mi, no tengo problemas mentales para adaptarme.

Los problemas físicos es otra cosa.
Tardo un rato en que mi piel se adapte al clima y mi estómago a la comida, pero la alegría que me produce aprender nuevas culturas, me satisface plenamente.


Twiter no me gusta tanto, pero si me meto puedo estar interesada un ratito.



A lo que casi no le veo la gracia es a Instagram.





No hay comentarios:

Publicar un comentario