miércoles, 14 de diciembre de 2016

CIENTO VEINTISIETE







Escribir, sacar fotos, editarlas, publicarlas, a eso me dedico con auténtico entusiasmo.


Hoy he recibido la prueba del libro que escribí el año pasado.
No me gusta mucho cómo ha quedado pero he dado el visto bueno para terminar con el tema.
Yo no sé trabajar de la manera que trabaja esa editorial.
Necesito tener libertad.
No importa.


Prefiero seguir tranquilamente con mi diario y ya veremos más adelante lo que hago.




Ahora me apetece cambiar el modo de presentar mi blog.
Ya no quiero filmarme y decir una cosita cada día.
Lo que deseo es subir las fotos que voy haciendo y escribir un meta texto con la explicación correspondiente.
Algo tan simple como si fuera un ejercicio escolar.
Tengo una necesidad perentoria de conseguir que todo sea más sencillo en mi vida.

Ya he empezado a hacerlo y me gusta la idea.



Ayer, cuando estuve en Portugalete sacando fotos, me di un paseo por el parque que tanto me gustaba cuando era pequeña y eché en falta los pavos reales que me fascinaban.

Tenía suerte porque en invierno me deleitaba con los pavos reales en el parque de Doña Casilla Iturrizar de Bilbao y en verano, las pocas veces que me llevaban al parque de Portugalete, en donde solo había unos pocos, que se exponían arrogantes en cuanto tenían quien les mirase.




Más tarde, cuando empecé a ir a India para asistir a las conferencias de Prem Rawat, comprendí que el pavo real sea el símbolo de India, porque la describe sin necesidad de explicaciones.


En el Raj Vidya Kendar, Merhauli, Delhi, hay muchos pavos reales.
Si hay gente se esconden o los esconden, no lo sé, pero lo que si sé, es que si todo está tranquilo y silencioso, no solo salen a exhibirse sino que hasta vuelan.

Hasta entonces, a pesar de que había visto pavos reales en parques y jardines, no sabía que volaran.
Me resultaba fascinante verles paseando despacio, exponiendo con arrogancia su belleza.
Ver un pavo real con el abanico abierto es un espectáculo en si mismo.
Y cuando por fin les vi volar antes de saber que eran capaces de hacerlo, me quedé estupefacta.

Es algo inefable.





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