jueves, 22 de septiembre de 2016

CUARENTA Y NUEVE








Hoy me encuentro mejor.
Ayer hablé con el doctor Álvarez de Mon y le pareció que todo lo que me pasa es normal.

Pasé un día agradable.

Me alegro de no haber ido a Australia, porque no estoy en condiciones de hacer un viaje tan largo.
Además, para mi deleite y el de los que no estamos allí, están trasmitiendo los videos de las conferencias de Prem Rawat, por lo que sentada cómodamente en mi casa, tengo acceso a lo que está sucediendo en las antípodas de Europa.
No es lo mismo que estar en aquel maravilloso país, en plena naturaleza y en la compañía de personas a las que por encima de todo nos interesa la paz, pero es de agradecer que se acuerden de nosotros.

Doy gracias al cielo de estar en este mundo cuando la tecnología está pleno apogeo.


Hablé largo y tendido con Pizca.
La encontré un poco desorientada.
Barcelona le ha pillado a desmano.
Estaba tan contenta en Getxo, donde todo lo tiene fácil, que llegar a su casa y empezar a ocuparse de poner las cosas al día, le asustó.
Lo bueno que tiene Pizca es que enseguida da la vuelta a su cabeza y lo que antes era negro, lo pinta de blanco en cuestión de segundos.
Posee una inmensa capacidad para disfrutar de la vida.


No tengo ganas de trabajar, por lo que empecé a ver una serie que me recomendó Begoña Zabala que es una entendida en asuntos de cine, series y teatro.
Se llama “Bloodline”, tiene un buen elenco y está rodada en los cayos de Florida.
No me gustan los manglares, ni siquiera en el cine, me dan miedo los cocodrilos, los caimanes y las sombras que forman, pero la serie tiene buena pinta.

Me fui a la cama temprano, ya casi he terminado el libro de Pániker y tengo intención de meterme con los diarios de Trapiello.
Creo que empezaré por el último, “Seré duda”.

En FB hay una página que se llama “Salón de pasos perdidos” que es un lugar de encuentro para los lectores de los diarios de Andrés Trapillo, así que ahí podré contrastar mis opiniones.
A mi profesor le encanta.
Yo le vi una vez en el programa que tenía Sanchez Dragó los domingos y que terminó antes del verano y me pareció muy interesante.

Lo único que he leído de él, es su “Quijote actualizado” que lo tengo en mi mesilla y lo reviso de vez en cuando.
Me cuesta, pero cuando lo hago me alegro porque Alonso Quijano es un personaje que traspasa las barreras de este mundo.




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