miércoles, 22 de marzo de 2017

DOSCIENTOS VEINTITRÉS







Me parece mentira haber llegado a un punto de mi vida, en el que toda mi aspiración es poder estar en casa, sabiendo que no tengo nada que me obligue a salir, lo cual no quiere decir que si salgo no disfrute, al contrario, casi siempre vuelvo enriquecida cuando he sacado fotos y he estado con alguna amiga o en el Guggenheim, no obstante la idea de quedarme en casa, no solo sentada frente al ordenador, sino levantándome de vez en cuando para poner una lavadora o tal vez, si me siento con fuerza, incluso para hacer orden en las cajas donde guardo los collages.

Lo que queda de mi antigua vida de artista plástica es lo que me impide tener la casa completamente vacía, me refiero a la zona que yo uso, es decir, mi cuarto, mi cuarto de baño y lo que sería el salón si no estuviera convertido en mi estudio.
Me gustan los espacios grandes, vacíos, impecables a poder ser, lo que no es mi caso por los restos de mi antigua profesión.

Cada día estoy más contenta de haber tomado la decisión de dedicarme a escribir.
No lo puedo considerar una profesión, ni lo pretendo, pero tampoco encuentro la palabra adecuada que explique lo que significa la escritura para mi.
Lo considero una manera diferente de aplicar lo que me queda del mundo de las artes plásticas.
Escribo como pinto, es bastante evidente.
Resumo, sintetizo, intento explicarme con el mínimo de palabras posible de la misma manera que cuando pintaba era tan esquemática que habría sido difícil, si no imposible, quitar algún plano a mis composiciones, sobre todo en los temas figurativos.




Ayer me llamó la atención que una de las personas que asiste a la clase de escritura, una mujer de cierta edad, no tanto como yo, pero mayorcita, culta, viajada, con quien da gusto charlar sin ambages y sin embargo me comentó:

He leído tu libro, Blanca ¡que duro!

Ya, a mi también me parece bastante duro.

Yo no sabía que existían esos mundos.
Es durísimo

¡Ah! en ese caso no me extraña que te haya parecido tan tremendo, lo entiendo.

Claro, es lógico, si nadie de su entorno se ha salido del tiesto, supongo que es normal que le sorprenda que existan esos submundos.

Yo tampoco me lo habría imaginado si no me hubiera tocado tan de cerca.
No lo habría conocido y me habría sorprendido.
Hasta tal punto me llamó la atención su comentario, que me han dado ganas de leerlo.

No sé que estarán pensando las amigas de Beatriz que me lo han comprado para regalárselo a sus padres…






No hay comentarios:

Publicar un comentario