sábado, 11 de marzo de 2017

DOSCIENTOS DOCE







Antes de que Frank Gehry construyera el Guggenheim en Bilbao, yo vivía en Los Ángeles, donde él, aunque nacido en Canadá, vivía y trabajaba desde hacía tiempo, por lo que yo ya conocía algunas de sus obras.
La que más me había llamado la atención era su propia casa, que consistía en una especie de mezcla de elementos que me intrigaba y con razón.
Al investigar un poco, supe que Gehry había construido su casa, sobre una casa que ya estaba allí y le había interesado.
El efecto resulta fascinante.
Creo que tenía cuatro edificios en Santa Mónica pero ya no me acuerdo.

Al llegar a Bilbao lo primero que hice fue ir al Guggenheim en el metro de Sir Norman Foster y todo me encantó.
Me parecía mentira tener tan cerca de mi casa un museo, en el que poder ver las mejores exposiciones de arte contemporáneo.
No me lo podía creer.
No me entraba en la cabeza que algunos artistas de Bilbao estuvieran en contra de lo que llamaban “La Franquicia”.
Yo solo pensaba en la posibilidad de ver arte sin moverme de casa.
Hasta entonces, solo veía exposiciones de arte contemporáneo cuando viajaba.

Luego empecé a interesarme por los edificios de Gehry.
Volví a Los Ángeles y vi el Walt Disney que me pareció como un hijo del Guggenheim Bilbao.
Me gustó aunque no me sorprendió.
Cada vez que iba a Barcelona, dado que las conferencias de Prem Rawat suelen ser en el Forum, me suelo hospedar en el hotel Barceló que está en la playa, cerquita del Forum y desde allí se ve el gran Pez de Gehry.

Todo lo que estoy contando viene a cuento porque hoy, mientras desayunaba, he estado viendo un programa sobre Praga y han mostrado un edificio de Gehry del que me había olvidado y que me parece precioso:

El edificio danzante.

Definitivamente a Gehry le gustan las curvas y el movimiento.
A veces, en el Gugenheim Bilbao he visto documentales sobre los estudios en los que trabaja Gehry con sus ayudantes, la mayoría japoneses y me impresiona la cantidad de trabajo que suponen las curvas en relación a las rectas.

Yo prefiero la línea recta, me resulta más clara y ordenada.
Al principio me perdía en el Guggenheim Bilbao .
Ahora ya lo conozco y organizo las visitas a mi manera.
Solo veo una exposición cada vez.
No mezclo.

Es la única manera de disfrutar sin sentirme abrumada.




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